miércoles, 5 de agosto de 2009

Mis compañeros me piden camisetas de Boca


Leandro Gracián contó con apenas seis meses para probar que podía ser el 10 de Boca, en el segundo semestre del 2007. Y la responsabilidad fue tremenda porque llegó pocos días después de la sexta Libertadores, bajo la batuta de Juan Román Riquelme. El Tano tuvo sus chances y con ellas sus vaivenes. Pero a principios del 2008, debió bajarse el número mágico de la camiseta y cedérselo, otra vez, al que mejor lo defendió en la última década. Con JR en el equipo, fue un abonado casi permanente al banco, salvo en contadas ocasiones en las que les permitieron hacer dupla o cuando Román faltó por lesión. Y tras ese año y medio en el que no terminó de hacer pie, el enganche recaló en Grecia. Hoy, vueltas del fútbol, será anfitrión de su ex club como el 10 del Aris Salónica. "Me pone contento que vengan porque la gente de acá va a tener a Boca en vivo, lo verá en directo. Es cierto que lo ven en todo el mundo, Boca se hizo muy grande a nivel mundial", se entusiasma Gracián.

-¿Qué significa Boca en Grecia?

-Llevo poco tiempo acá pero, para que se den una idea, los hinchas cantan con el ritmo de Boca, se identifican con algunas de sus canciones y dicen que son como ellos. Con letra propia, cantan el "dale dale, Booooo". Pero lo que dicen las letras no tengo ni idea, jaja.

-¿Seguís en contacto con tus ex compañeros?

-Sí, con los chicos vengo hablando desde que llegué a Grecia. Para uno que está tan lejos, está bueno cruzarte con amigos de Boca, con quienes tengo una relación increíble. Charlar un rato y verlos va a estar muy lindo.

-¿Le gritarías un gol?

-No, por respeto a la gente de Boca y porque en definitiva para nosotros también es un amistoso de prueba.

-¿Te quedaste con camisetas de tus ex compañeros?

-Sí, de la mayoría. Es más: mis actuales compañeros me vuelven loco pidiéndome las camisetas. No piden nada especial, sólo quieren una de Boca.

Salónica es una ciudad costera, bañada por el mar Egeo, a la que Leandro no le costó mucho tomarle el gustito. "Es muy linda, con alrededor de medio millón de habitantes. Y lo bueno es que vivo a dos cuadras de la playa. El mar es transparente...", asume su confort, aun sin haber aprendido una sola palabra en griego, idioma difícil si los hay. Esa comodidad que está bien acompañada por una expectativa mejor a la que tenía en sus últimos meses en Boca. "Yo ya me había ido cuando llegó Basile. Cada uno tiene sus etapas, obviamente no sabía que llegaba el Coco, pero sentía que era el momento de jugar en Europa, de tener esta posibilidad. Y le di para adelante".

-¿Qué puntaje le ponés a tu paso por Boca?

-No le puedo poner un puntaje. Viví momentos muy buenos y no tan buenos. Salí campeón de la Recopa, gané un campeonato local, jugué el partido final contra Tigre. Fue una experiencia muy positiva, como jugador y como persona. Lo disfruté.

-Estás a préstamo. ¿Pensás en volver?

-Por ahora sólo pienso en meterle de lleno acá este año y romperla.

-¿Hacés autocrítica sobre tu rendimiento?

-No, para nada. Siempre que entré a la cancha quise hacer las cosas de la mejor manera. Me jugó en contra que cuando llegué el DT era Russo, que dejó alma y vida para mi arribo al club, y a los tres meses se marchó. Y fue ahí cuando volvió Román.

-¿Qué impresión te dejó Bianchi?

-La mejor. Hemos hablado muy bien, y de todo; de los pro y las contras de venirme para acá, y fueron charlas muy gratas. Me ha servido mucho. No lo conocía y fue una experiencia muy linda.

-Te reuniste con una banda de argentinos...

-Sí. Están Javier Cámpora, Roberto Battión, Cristian Nasuti, Chiche Arano y el Loco Abreu, que es uno más de nosotros. Lo conozco bien porque jugamos juntos en Monterrey.

-¿Sos el enganche?

-Sí. Hasta acá el técnico (Mazinho, volante central campeón del mundo con Brasil en 1994) ha ido probando con dos equipos distintos en cada tiempo. Pero siempre me puso de enganche, que es donde yo siempre quiero jugar.

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