viernes, 7 de agosto de 2009

Atenas no recibió a Boca con cara de buenos amigos

Justo cuando el físico está más cansado por tanto trajín, de viajes, entrenamientos y partidos, surgió el primer contratiempo de la gira. Cerca del mediodía, los jugadores entraron en fila al hotel Classic Imperial Atenas de la capital griega, y de igual forma se fueron, poco más de una hora después de haber ingresado a un sitio con una calificación mayor a la que ostentaba. Las cinco estrellas de dicho hotel no terminaron de conformar a los players, por cuestiones de pulcritud y confort en las habitaciones (las camas eran estrechas) y, en consecuencia, la delegación terminó alojada en el hotel Intercontinental.

¿Qué pasó? Boca fue contratado por dos clubes de Grecia, Aris Salónica y AEK, los que a su vez se hacían cargo del alojamiento. En Tesalónica, las instalaciones del Hyatt Regency fueron revisadas por personal del club. No sucedió lo mismo en Atenas, por el antecedente satisfactorio de la primera estación en este país. Así, el único chequeo fue por Internet. Y no todo lo que relucía parecía ser oro. Ante la queja de Boca, el AEK asumió la responsabilidad y ofreció dos nuevas variantes de hoteles. Las caras de fastidio, claro, eran evidentes, sea en jugadores, cuerpo técnico y dirigentes. La zozobra duró un rato, hasta que se reubicaron tras la rápida gestión de Jorge Ameal.

Con tanto traslado, el plantel se dedicó al descanso absoluto. Apenas un poco de gimnasio y mucha siesta fue la única rutina. Y a la espera de que los players pasaran por el lobby estaba el hincha de Boca que siempre está, en cualquier lugar del mundo. Con una camiseta no oficial y el nombre Riquelme estampado en la espalda, Niko, un ateniense que vende diarios frente al Parlamento, estaba ansioso por cruzarse con su gran ídolo, a quien le quería regalar una camiseta del Panathinaikos, club del que es hincha. "Messi es un buen jugador, eléctrico con la pelota, pero a mí me gusta Román porque él tiene el fútbol acá", explicaba llevándose el dedo índice derecho a la cabeza. Quería a Riquelme, pero aprovechó a sacarse fotos con todos los que pudo. Sus intenciones eran nobles; distintas a las que los jugadores habían descubierto en Linz con un grupo de austríacos que les querían hacer firmar fotos para luego venderlas por Internet. Algunos pusieron el gancho; otros, ya advertidos, sólo se prestaron a hacerlo sobre un papel en blanco...

Fue el primer día de la pretemporada en el que no se pisó césped. La jornada, muy larga, terminó con una cena en un restaurant especializado en carnes, llamado Oro Toro. Llegaron allí gracias a la conexión con el lugar de Claudio Codina, amigo de Alfio Basile y dueño de La Raya que acompaña a la delegación desde Tesalónica y que tuvo un chef de este local griego aprendiendo a asar carnes durante un mes en su parrilla. Los futbolistas degustaron de un asado poco convencional, con bifes de costilla como principal corte, del que cuentan que estaba muy tierno. Y pasados los primeros minutos del viernes ya estaban en sus habitaciones, descansando, y custodiados por el Partenón, construcción de la Grecia antigua que se puede observar desde los pisos superiores de este hotel. De esta forma, aunque sea a los lejos, conmueve ver semejante pedazo de historia.

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