sábado, 8 de agosto de 2009

Coco pone por primera vez todo el equipo de memoria

El Partenón, tozuda obra arquitectónica de la Humanidad que resiste erguida, genera admiración por su longevidad y porque su nombre está identificado con una era: la fenomenal civilización griega.

Sobre esas ruinas, sobre tanta historia guardada en cada pequeña piedra que hay a su alrededor, observando la construcción que vigila a la convulsionada Atenas desde la cima de una colina, contemplando semejante maravilla, pasó el plantel de Boca, que también tiene columnas que resisten erguidas, que también genera admiración en su periplo por la capital griega y cuyo nombre estuvo identificado en los ultimos diez años con una palabra que en la Argentina y en América nadie mencionó tanto: campeón.

Por eso, cientos de turistas que se cruzaron con ellos le dieron mucha importancia a la Acrópolis, reina del lugar, pero también se dieron el tiempo para, por caso, someter a Martín Palermo a una interminable sesión fotográfica, con la mejor escenografía imaginable.

El Partenón se mantiene en pie.

Los jugadores que hicieron más grande el palmarés de Boca en los últimos años, también. Lo confirmó Alfio Basile tras la práctica de la tarde: esta noche, contra el AEK y en el cierre de la gira europea, el Coco se la juega por la historia: la que escribieron Abbondanzieri, Ibarra, Battaglia, Riquelme y Palermo, como estandartes indiscutibles, quienes serán titulares. Y, a falta (todavía) del delantero que pidió, bueno es Mouche (le ganó la pulseada a Noir) para ir de movida junto con el Titán.

Dos potencias se saludaron. La mayor parte del equipo de memoria se permitió conocer, o volver a recorrer, un Patrimonio Histórico de la Humanidad. Sólo Riquelme, Morel Rodríguez y Medel priorizaron el descanso por sobre un paseo que dejó perpleja a la mayoría. Y del cuerpo técnico, faltó el Coco. Ahí se los vio a Battaglia bien cerca de Insúa, observando cada detalle. O a Mouche, registrando cada imagen en su iPhone. O a Ibarra, de muy buen humor, cruzando bromas con los periodistas. O a Palermo, quien recordaba que en su primera visita a la Acrópolis, en 1996 y con Estudiantes, había podido meterse "adentro del Partenón". Sucede que hoy sólo se puede hacer contacto visual con todas las construcciones de la vieja ciudad; nada de tocarlas. O a Krupoviesa muy entusiasmado con su cámara, sacando fotos propias y ajenas, a pedido. O a Lucas Viatri, risueño, primero despotricando en broma contra la pendiente y luego observando absorto.

La caminata, muchas veces surfeando piedras resbaladizas, tuvo su primera parada en el Odeón de Herodes Ático, un anfiteatro de unas cinco mil ubicaciones construido en el año 161 después de Cristo. Luego se pasó al Partenón, el templo dedicado a la diosa Atenea, y al Erectión, una construcción menor cuya fachada es reconocida como Las Cariátides, por las figuras femeninas esculpidas con función de columna.

Entre el calor, el tránsito en pendiente y tanta marca personal de los turistas, esta visita a la Acrópolis pudo haber sido tomada como un turno de entrenamiento. Pero la única práctica en Atenas se realizó a la tarde, y luego de ella el Coco les dio luz verde a los 11 que empiezan a salir de memoria. Será éste el equipo, salvo la ausencia obligada de Riquelme por la roja que vio en el final del Clausura contra Colón, el que debutará en el Apertura cuando se decida que comience. Es éste el equipo elegido por el técnico para olvidar una campaña con destino de ruinas en el último torneo y para pensar en salir campeón e ir a la Libertadores. Serán muchos de estos jugadores, la vieja guardia en la que confia a ciegas el técnico, los que Basile quiere que sigan pensando en ser realidad antes que mito. En la Acrópolis pueden haber recibido la bendición.

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