viernes, 11 de marzo de 2011
Erviti no rindió cuando jugó y por eso no estaría entre los 11 mañana con San Lorenzo.
Al haber sido el pase más resonante, el DT no quiere cargarlo con mayor presión.
Boca pagó 3.200.000 dólares por su pase. Si se agrega el contrato del futbolista por tres temporadas y los impuestos que el club debe pagar por la transferencia, la suma araña los 6.000.000... ¿Cuánto vale hoy Walter Erviti? Con muchas chances de volver al banco en el partido de mañana con San Lorenzo, el jugador top, el pase más caro en el último mercado de pases, no juega y no rinde. O al revés. No rinde y no juega. Si Falcioni tanto lo pidió (preguntaba todos los días a los directivos qué novedades había e incluso llamaba al jugador), si la dirigencia de Boca rozó el papelón al decir que lo descartaban porque tenía contrato con Banfield y después fueron a buscarlo igual, si llegaron a pedir el 225 para que pudiera estar en el debut ante Godoy Cruz, si es el único con características para ser la manija del equipo al no estar Riquelme, la gran pregunta es: ¿por qué no juega? No existe un motivo puntual sino una suma de factores que influye en este momento de incertidumbre que vive el jugador. El primero es estrictamente futbolístico. En los ratos que jugó (74’ contra Godoy Cruz, 28’ contra All Boys y los 90’ contra Vélez) no demostró virtudes como para ganarse un puesto. Su poco compromiso a la hora de generar fútbol se nota en su escasa participación en el circuito de juego. Y cuando lo hace, salvo contadas excepciones (como un preciso pase largo a Mouche ante Vélez), da toques cortos e intrascendentes. Sí ha revalidado en este corto período su transformación futbolística. De un habilidoso wing, en sus inicios en San Lorenzo, a este mediocampista todoterreno capaz de correr y de estar siempre detrás de la línea de la pelota. La deuda, claro, es cuando tiene el balón en sus pies.
Esos minutos en cancha tal vez no son medida para sacar conclusiones drásticas. Como le sucede a todo jugador que llega a Boca, Erviti está viviendo una etapa de adaptación. Y de líder de Banfield pasó, sin escalas, al refuerzo que vino “para reemplazar a Román”. Ese rótulo lo está perjudicando en lo mental porque lo presiona, sobre todo con Riquelme fuera del equipo. Se supone que sin el 10 en cancha, él debería ponerse el equipo al hombro. Pero no pasa.
Si bien metió un gol en el debut, tampoco ha podido pesar en el área rival. Es cierto que no es su fuerte, tan cierto como que se lo nota atado. Los constantes cambios de Falcioni tampoco lo ayudan. En el debut jugó tirado por la izquierda, casi como un doble enganche con Riquelme. Contra All Boys entró en el segundo tiempo y fue de doble cinco con Battaglia detrás suyo. Contra Vélez también armó el tándem con Seba, aunque desde el inicio. Pero en el segundo tiempo pasó a jugar por izquierda (cuando salió Colazo) y terminó casi de 3 (cuando se fue reemplazado Clemente). La sensación es que aún no encontró su lugar. Responsabilidad suya pero mucho más de Falcioni.
Hoy, el cuerpo técnico lo ve sólo como doble cinco, el puesto donde jugó (y tanto rindió) en Banfield. De volante por izquierda podría jugar pero, en este momento, el pibe Colazo está cumpliendo mejor la función de carrilero.
Habría otro motivo que hoy lo lleva a tener más minutos fuera de la cancha que adentro. Falcioni insistió tanto por él que sabe que algunos partidos en bajo nivel podrían generar malestar en los hinchas. Existiría, en cierto punto, una especie de protección del DT. Una intención de llevarlo de a poco, de que Erviti no cargue con toda la responsabilidad porque sabe JC que el jugador lleva el peso de ser la incorporación más rutilante y el hombre que puede hacer jugar al equipo cuando Román no está. Si tiene continuidad y no logra ese objetivo, perderá Erviti pero también Falcioni. Entonces, si no está en su mejor momento, la elección es llevarlo al banco y que vaya sumando minutos de a poco.
En Boca, se ve, nadie tiene el puesto comprado. Ni siquiera la mayor compra que realizó un club argentino en lo que va de este 2011.
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