domingo, 11 de julio de 2010
Cellay, uno de los mejores en el estreno del ciclo de Borghi.
Alguna vez contó que no sonríe para la foto porque "no le sale". ¿Será por eso que Boca lo fue a buscar? La historia dice que para ser defensor con estos colores hay que tener cara de malo. Lo suyo es de la línea de cal para adentro, ojo, y será por eso también que Claudio Borghi lo eligió como su primer capitán. Aunque se trate de un amistoso en el que jugaron muchos pibes, la cinta siempre pesa. Y Christian Ariel Cellay no sólo se hizo cargo de la responsabilidad que eso implica, si no que demostró que no le queda nada mal. "Es algo increíble, no me lo esperaba cuando el Bichi vino a hablar conmigo. Me siento agradecido por lo que me hizo vivir. Y por suerte salió todo bien", dice el Samurai, ya más relajado y con una sonrisa que asoma.
-¿Qué te dijo Borghi?
-Antes del partido estuvimos hablando de que era difícil elegir un capitán, que esta vez él tomaba la decisión... Me sorprendió. Si bien siempre es una gran responsabilidad vestir esta camiseta, por ahí es un poquito mayor cuando además tenés que ser el que guía a los chicos. Yo le agradezco la confianza. Es inigualable haberme puesto la camiseta de Boca y, encima, también la cinta.
-¿Te lo esperabas?
-No, no, para nada. Pero lo estoy disfrutando todo al máximo. Yo sentía que este partido era importante porque los chicos estaban golpeados por la gira que habían tenido en Estados Unidos, porque los resultados no se habían dado...
-¿Pensaban en eso?
-Claro, sabíamos la repercusión que iba a tener el partido si no nos iba bien. Somos conscientes de que el resultado no importaba tanto en sí mismo, si no el funcionamiento. Aunque queda claro que ganar siempre es positivo y es un buen empujón.
Habla claro, pausado, oculta el entusiasmo y elogia los colores que lleva puestos. Está a la vista, entonces, que si Borghi lo eligió fue porque le vio pasta de líder, adentro y afuera. Y si bien 90 minutos son escasos para tener tantas certezas y sacar demasiadas conclusiones, sí quedó en evidencia la personalidad del pelilargo. Con gesto adusto y pasos firmes, entró al campo de juego banderín en mano encabezando la fila y también fue el último en abandonar el vestuario. Ya en la cancha, tuvo un par de cierres providenciales, relevó a sus compañeros, y se lo vio gesticular, gritar, acomodar a todos. La consecuencia fue que el equipo mantuvo el arco en cero y la línea de fondo fue la más elogiada por el DT y por la prensa. "Anduvimos bien, nos sentimos cómodos. Por ahí en el primer tiempo se vio lo mejor, en el segundo se nos complicó, más que nada por el tema físico, nunca habíamos hecho 90 minutos y se notó. Pero el funcionamiento fue correcto. Igual lo tendremos que revisar más en frío, mejor, ver algún video que nos sirva para corregir y seguir mejorando", apunta, y se deschava como un obsesivo del juego, una virtud para un central que, si bien no es muy alto (1,75) salta y cabecea bien. Aunque ante el Palmeiras, se lució cerrando abajo y controlando la pelota para salir jugando.
Esta semana, la defensa que tanto soñó el DT se va a completar. Cellay le dejará ese lugar a Matías Caruzzo (ver aparte) y se acomodará como stopper por derecha, otro puesto que conoce bien. Pero la cinta, por ahora y hasta que el plantel se complete (Medel, Palermo, Riquelme, Battaglia), será suya. La foto para su mural ya la tiene...
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