
Pintoresco, divertido, fanfarrón, sapiente, optimista, canchero, genial. Logró el milagro de, en sus propias palabras, "alegrar el puesto más triste del fútbol". Ya era un grande del arco, cuando Juan Carlos Lorenzo lo trajo a Boca en 1976. Fue arquero y líbero de un equipo que poseía una defensa durísima, que se consagró bicampeón del ´76. Sus manos, deteniendo el penal de Vanderlei en Montevideo, colocaron la primera Copa Libertadores en la vitrina auriazul. Salió nuevamente campeón en 1981. Puesto a comparar con otros pintorescos personajes de la historia boquense, alguno lo habrá empardado, pero no lo superó nadie.
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