Cara de pibe. Gambeta imparable. Cintura mágica. Atrevimiento. Caños. Pisadas. Sombreritos. Todo el arsenal de la alegría que se le puede pedir a un jugador de fútbol. Lo hacía en una baldosa, con los rivales soplándole la nuca. La hinchada lo quiso, como quiso después a Diego Armando Maradona. Simplemente, "Rojitas".
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