Boca perdía con el Milan y Ronaldinho hacía la pelota de chicle. El estadio Allianz Arena de Munich vibraba con los malabares del brasileño. Ningún jugador de Boca había reaccionado ante tanto firulete, entendiendo que se trataba de un amistoso. Pero hubo uno que sí lo hizo: Gary Medel sacó el Pitbull que tiene adentro y lo paró en seco a Dinho, quien primero se sorprendió y luego siguió sonriendo. Al chileno no le vengan con amistosos: llegó a Boca con el afán de ganarse un nombre como el que Sebastián Battaglia forjó con tanto título ganado en este club. "Ojalá pueda yo algún día ganar tanto", suelta el chileno, de 21 años. Y con su ídolo, tal como reconoció al 5 en sus primeros días como xeneize, posó para la lente de Olé en la apacible tranquilidad de Linz, tras el primer entrenamiento en tierra austríaca.
"¿Cómo lo vi en sus dos primeros partidos? Bárbaro. Corre, mete mucho, no da una por perdida. Creo que nos vamos a entender muy bien", aporta Battaglia, el futbolista más ganador en la historia de Boca, con 16 títulos. Y lo chicanea: "Quieren que Gary quede más alto que yo, ¿no?", desafía mientras se van ubicando ambos en una pequeña tribunita de cemento, de sólo dos escalones, que se encuentra en el complejo deportivo municipal de Linz. Y el chileno, tímido, sólo sonríe. Así se entienden quienes conformarán la mordedora barrera de contención que el Coco pensó para este equipo, y quienes jugaron juntos en esa zona durante el segundo tiempo contra el Milan. Uno, con el aplomo de sus 28 años; el otro, con los bríos de sus 21 años y el peso de un apodo. "Me dicen Pitbull porque soy un jugador que mete y mete, que habla mucho en la cancha y que también se agranda con los rivales. Nunca me dio miedo ninguno", aclara.
Lo puso bien en claro al parar en seco a Ronaldinho y al fastidiar nada menos que a Wayne Rooney, a quien anticipó cuanta vez se le cantó jugando como lateral-stopper. "Ya en Chile toda la gente me decía que soy para Boca. Ahora sólo tengo que demostrarlo, sé que es un club muy grande y que han pasado jugadores futbolísticamente muy buenos por aquí, pero estoy súper tranquilo, dispuesto a entregar el ciento por ciento", se planta ante el desafío el jugador al que Marcelo Bielsa calificó como "ideal" para ponerse esta camiseta con historia.
Y Battaglia asiente. "Está acostumbrado a este juego, el de correr y meter. Yo he jugado con volantes de características parecidas a las de Gary, como Cascini, y con otros más técnicos, como Gago. Y con todos me ha ido bien. Tampoco creo que tenga que darle consejos: pese a su edad conoce bien el puesto, qué debe y qué no debe hacer".
-¿Y qué te genera que te tenga como ídolo?
-Me pone muy contento, claro. Yo tenía como espejos a Chicho Serna, a Cascini, a Diego Cagna, y ocupar ese lugar para Gary me llena de orgullo.
Medel se refugia en su timidez. Y así se lo ve también en el grupo. De pocas palabras, se lo reconoce rápidamente por ese barrido incesante que suele hacer sobre sus botines. Poco se lo pudo observar en el lobby del Westin Grand Hotel de Munich, cuando el aparato marketinero le hubiera permitido codearse con buena parte de la crema internacional. El, por características y antecedentes, está más para el barro: acostumbrado a jugar en canchas de con poco pasto en su barriada santiaguina, fueron muchas las veces que terminó sangrando después de meter con alma y vida. "En todos los barrios pobres se juega así. Alguna vez me ha sangrado hasta la cabeza", aporta quien se define como "un jugador de tierra".
Tierra, barro, número cinco, meter, correr, huevo... Raro, pero son todos sinónimos en la liturgia bostera, sobre todo en la de los que juegan del medio hacia atrás. Son elementos que históricamente reclamó el hincha para ungir como estandarte a uno de los suyos. Son los atributos con los que pretende dar pelea Gary Medel, por un lugar en el olimpo de La Bombonera. Ese en el que ya está Battaglia, el que oficialmente postula al chileno: "Por lo que mostró en sus dos primeros partidos, sin dudas que tiene todo para ser ídolo de Boca".
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