Trotan. Va Riquelme y él a su lado. Se conocieron hace tiempo ya, con 13 años menos, cuando daban sus primeros pasos en Boca. Trota y se ríe. A cada paso lo acompaña una sonrisa que se vuelve permanente. El, Ariel Rosada, no se imaginó que podía llegar a tener una nueva oportunidad en Boca después de diez años. Y el día de volver a entrenarse en el club en que nació se le dio. Como a muy pocos. Por eso la alegría imposible de disimular. "Disfruté cada momento. En el vestuario, en la cancha. Estoy muy contento y con muchas ganas", cuenta.
Tal vez por la ansiedad, llegó al club muy temprano, cerca de las 14. Estacionó su auto en el playón de Casa Amarilla, firmó su contrato (lo había revisado su representante un rato antes) y se reencontró con sus viejos conocidos. Román, está dicho. También Marino, con quien fue campeón en Newell's. Luego, ya en la cancha principal de Casa Amarilla, fue presentado en sociedad, al resto de sus compañeros.
En la tribuna, uno de sus tres hermanos varones seguía sus movimientos junto a Riquelme y Cía. y mostraba orgulloso el tatuaje en la pierna. "Eternamente agradecido. 1996-2009", dice, junto a un escudo de Boca. Los años tienen que ver con el debut de su hermano y con este regreso. "El tema es que me lo hice hace casi 20 días y si no se hacía, no sé... Me cortaba la pierna", explica. Y enseguida agrega: "Voy a pasarme todo este año en Casa Amarilla".
Una vez superada la entrada en calor junto a sus viejos compañeros (Palermo, el Pato, Ibarra), llega el momento del trabajo diferenciado, el que no hizo por la demora en cerrar su incorporación. Una especie de pretemporada individual, a un costado del grupo. El preparador físico Marcelo Avaro es el que le da las indicaciones y él, con un chaleco cargado con pesas, va y viene de un lado a otro y salta por encima de un cajón. Todos ejercicios de potencia. "Me está faltando un poquito, pero hoy (por ayer) ya hice bastante para ponerme lo más rápido posible a punto. Estos días que faltan para el inicio de la competencia me van a venir bien. Se demoró un poco en arreglar, se hizo largo, pero lo importante es que se pudo dar".
Ya bañado y cambiado, después de su primer día de este regreso, cuando ya casi no quedan compañeros en el vestuario, saluda y emprende la retirada por el portón de la popular local. En la puerta, con la noche ya encima, hay tres hinchas que esperan por un autógrafo. Detiene su auto, se baja y les firma la camiseta con ganas. Y antes de irse, deja la sentencia: "Cuando se mencionó la posibilidad de ir a River, le dije a mi representante que quería jugar en Boca. Por suerte se dio y estoy muy contento por eso". Se nota que está contento
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