jueves, 3 de marzo de 2011

La vuelta de Román no tiene fecha y su relación con el técnico está cada vez peor. JC no lo pondrá hasta que mejore su rodilla.


El 10 se enojó con las declaraciones de Otero y cree que lo exigen de más para perjudicarlo...

Para ser una historia de traiciones, intrigas y suspenso, este Boca 2011 de Juan Román Riquelme vs. Julio César Falcioni tiene un problema serio y es su final cantadísimo: una explosión en la que va a volar todo por el aire. Lo que todavía no se sabe es el momento, pero la cuenta regresiva está en marcha y ayer volvió a acelerarse, como si tuviera la capacidad de saltear segundos, de resbalar por el tiempo. Hubo un Riquelme que hizo lo justo y necesario, el trabajo kinésico sobre su rodilla izquierda inflamada, y se fue antes de que terminara la práctica. Hubo un Falcioni que se sorprendió por la velocidad que mostró el enganche para deshacerse de sus tareas mínimas y que se disgustó con que no se hubiera quedado a, por caso, fortalecerse en el gimnasio. Pero el enganche estaba lo suficientemente inflado como para pasar además una rutina de aparatos: las declaraciones del PF, Gustavo Otero, lo llenaron de ira. Sintió que se había violado la intimidad, el secreto profesional, el imprescindible ida y vuelta de confianza.

Cada vez más, las posiciones se enfrentan. Del lado del técnico, acusan al 10 de falta de profesionalismo y ponen en tela de juicio hasta sus famosos códigos: “Ningunea todo lo que hacen sus compañeros”. Podría decirse que, desde este lugar, la situación está definitivamente planteada como “él o nosotros”.

Lo de Riquelme llega más lejos. Cree que el cuerpo técnico atenta literalmente contra su recuperación. ¿Cómo? Con entrenamientos demasiado exigentes para alguien que pasó por una operación severa. JR está convencido de que su pretemporada se cortó por eso y piensa que esta recaída tiene que ver con una demostración de autoridad del técnico, que mandó a que lo exigieran luego de que el enganche dijera en público que estaba “al 100%”.

Se sabe, la teoría de la conspiración se instala sin necesidad de pruebas y es muy difícil de rebatir. Pero en este caso, la hipótesis de Román cuenta a favor con ciertas declaraciones del médico del plantel, José Veiga, quien mencionó ayer el sobreentrenamiento como una de las causas posibles de la lesión que margina por estas horas al 10. Y los antecedentes muestran que el anterior cuerpo técnico lo hacía trabajar mucho más liviano precisamente por recomendaciones médicas. Desde la dirigencia van más allá. Alguien que no estuvo precisamente de acuerdo con la renovación del contrato por un lapso tan largo es terminante: “Es una vergüenza lo que están haciendo. Si no lo quieren, deberían decirlo directamente”. Y el propio presidente Ameal está preocupado con la situación. Sus dos máximas apuestas futbolísticas para retener el poder a fin de año se anulan entre sí. Fan declarado del juego del 10, Amor también está conforme con el trabajo del DT que él impulsó y que en su momento le habló maravillas de Román. Pero ¿lo habría contratado si hubiera sabido esto? Difícil.

Falcioni hizo llegar ayer a la Mesa Chica su postura: no tendrá en cuenta a Riquelme hasta que se ponga bien de la rodilla. Román cree que le será imposible recuperarse, que no lo dejarán, que siempre le exigirán un punto más hasta pasarlo de revoluciones. Un círculo vicioso.

El parte médico habla de una rodilla izquierda que “persiste sintomática”. Se sabe: contra Vélez, el 10 no estará. ¿Volverá con San Lorenzo? ¿Volverá alguna vez?

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