sábado, 16 de abril de 2011
Falcioni si corre cuando le preguntan si al Loco lo asisten: "Creo que sí, pero estoy de la raya para afuera".
Así, la lupa va sobre la interna y no sobre las problemas de juego. "Habría que preguntarles a los compañeros", completó JC.
Le pasan la pelota lo suficiente a Palermo?
-Tendrían que preguntarles a los compañeros, pero pienso que sí. Yo estoy de la línea para afuera.
La pelota no llega, el gol no le llega. Van 811 minutos sin parecerse a Martín Palermo, porque no es normal verlo tan lejos del gol. Tuvo otras rachas en Boca, seis o siete partidos, nunca tantos. Y nunca con tan poca presencia en el área. Sin perderse goles. Sin la posibilidad de perdérselos. Entonces, por ese problema evidente, nació la pregunta para Julio César Falcioni. Y cuando la respuesta de un técnico políticamente correcto no es políticamente correcta, se plantea el interrogante: ¿por qué será que no se la pasan lo suficiente? La teoría más fácil de elaborar, que circuló esta semana por los pasillos de la Bombonera, es la del complot. Si alguien da a entender que no le pasan la pelota a Palermo, está señalando implícitamente a Riquelme. Ya había ocurrido algo parecido justo hace un año, cuando el Loco alcanzó el récord de Roberto Cherro ante Vélez (como máximo goleador de todas las eras, la amateur y la profesional) y pasó seis partidos hasta volver a convertir frente a Arsenal. Hasta se había dicho que la barra había ido a hablarle a Román por su falta de colaboración con el goleador...
Ahora, en tiempos de relaciones correctas entre Palermo y Riquelme, en los que se preocupan por saludarse en los goles y por entregarse el brazalete de capitán en la mano, también hay lugar para pensar en las responsabilidades futbolísticas del conjunto, de las individualidades y del técnico. Falta elaboración de juego, hay diez jugadores de un lado y uno allá a lo lejos y no apareció solución con los cambios tácticos y de nombres. Román vino acompañado con goles y participación decisiva en dos triunfos (Colón y Estudiantes), pero no logró hacer levantar en mucho el nivel colectivo.
Palermo, en su cuenta personal, tiene dos goles a River en el verano y después entró en sequía. Aunque nunca le sobraron las oportunidades para convertir, tuvo más en las primeras fechas. En las últimas, cuando salió Pablo Mouche y se vio obligado a arreglárselas solo, no tuvo prácticamente ninguna. Primero estalló de bronca, después empezó a tomárselo con calma y ahora hasta parece haber aceptado tener que convivir sin participación y con una chance por partido. Sabe que el esquema no lo favorece, que los delanteros que juegan con ese dibujo son de otro estilo: movedizos, recorren todos el frente de ataque. Y él es un animal de área que aun en su juventud precisó de un socio. Pero más allá de su ansiedad por superar el gol 230, elige no desesperarse y ser optimista con que mañana, en la mitad del último torneo de su carrera, puede cortarse.
Falcioni intentó sumar volantes ofensivos (Chávez, Erviti, Riquelme) para que lo acompañaran. Les reclamó a los laterales que avanzaran en el campo, fueran profundos y trataran de encontrar al 9 en el área. No lo logró. Ni siquiera la vuelta de Román ayudó. Pasaron los tres partidos más duros para el Loco, los de menor presencia en el área. Y con eso, las suspicacias que Falcioni esta vez no se encargó de hacer desaparecer.
Los técnicos están de la línea para afuera en los partidos, pero de la línea para adentro durante toda la semana. Si no lo sabe él...
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