lunes, 11 de abril de 2011
Con o sin Riquelme, Boca no supo jugar. La mala tarde del 10 desnudó las falencias del resto.
Falcioni es un DT defensivo de un equipo que defiende mal y ataca mal...
Es la derrota más dura. Porque si bien el rival hizo poco por ganar, este Boca de Falcioni perdió contra sí mismo. Y esas caídas, las que son generadas por las propias inseguridades, son las que dejan heridas...
El 0-2 es exagerado. Lanús esperó más de lo que avanzó a pesar de ser el local y fue efectivo al aprovechar virtudes suyas (técnica de Valeri, capacidad de Hoyos) y defectos ajenos (mal paso de Cellay en el primer gol e incapacidad de Insaurralde en el segundo). Con o sin Riquelme, Boca no supo jugar. La mala tarde del 10, provocada por sus imprecisiones y también por la falta de opciones que les dieron sus compañeros, condenó al equipo. Y eso no es sólo responsabilidad del jugador más influyente del fútbol argentino. Ahí entra a tallar la mano del entrenador y, sobre todo, el coraje de sus compañeros.
Esta vez, el técnico soltó unos metros más adelante a Chávez y a Erviti. A diferencia de lo que había pasado con Colón y Estudiantes, Riquelme no fue mediapunta, sino más bien enganche y, por momentos, hasta doble cinco cerca de Somoza. El retroceso de Román les dio alas a los otros dos “creativos”. No era una mala idea. Chávez y Erviti intercambiaban funciones y con sus diagonales abrían a Pizarro y a Pelletieri, los dos cinco de Lanús. Y aunque Riquelme quedaba algo más lejos del área, insinuaban un movimiento interesante. Claro que no contaban con la falta de astucia de Erviti, quien jugó casi de espaldas y además de su falta de claridad evidenció fragilidad física en el contacto. Pochi fue pura voluntad, aunque de tanto intentar perdió mucho... Ese plan necesitaba de precisión y, también, de laterales que fueran con criterio. Eso, criterio, es lo que les faltó a Clemente y a Monzón. Las espaldas de Rodríguez fueron explotadas por Regueiro al punto de obligarlo a Cellay a jugar casi de cuatro. Monzón, siendo lateral, tocó casi siempre para atrás: jamás desbordó ni rompió líneas (encima Schurrer le puso a Ledesma para taparlo). Con los caminos cercados, Boca careció de profundidad más allá de sus intentos geométricos.
Pese a su poca audacia, Lanús había desnudado lunares defensivos de Boca. La traumática decisión de Caruzzo de meter la cola en su propia área, además de enviar un mensaje negativo para el resto, produce un agujero enorme detrás de Somoza, quien estuvo muy solo a pesar de estar rodeado de volantes...
Ser equilibrado, en este caso, es un eufemismo: Falcioni es un técnico defensivo. Y su Boca, en su disposición táctica y en la elección de los ejecutores, lo confirman. Ahora, ¿es malo ser defensivo? ¿Es una descalificación? De ninguna manera, es una elección válida. El problema es cuando el equipo de un técnico defensivo defiende mal. Y si bien este Boca mejoró y hasta, como dice su DT, bloqueó a adversarios como Racing, Colón y Estudiantes, defiende mal. Consecuencia de este esquema cauteloso, ataca poco y mal. Cinco derrotas de nueve partidos. Los entrenadores “equlibrados” también suelen ser resultadistas. Todo dicho...
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