sábado, 29 de enero de 2011

La llegada de Erviti es la frutilla que le faltaba a Falcioni para armar su 11 ideal para el campeonato. ¿


Quién tiene más que Boca? Aunque todavía espera a un delantero, el técnico dispone de un plantel que ya ilusiona a los hinchas...

Cuando Falcioni apoyó anoche la cabeza en la mullida almohada de la suite del hotel Hermitage, ya sabía la que se le venía...

“Tengo el equipo de mis sueños”, quizá se le repitió una y otra vez durante la madrugada, merodeándole los oídos, auscultándole el corazón, en esa fantástica combinación del inconsciente, el resto diurno y la intención de deseo. Y que el padre del psicoanálisis se ponga de pie.

Se levantó el DT de Boca y se dio cuenta de que la realidad lo había superado. Que ya no le hacía falta soñar. Que Erviti la va a pisar en el medio, que Somoza va a morder lo que tenga enfrente, que Rivero, cuando le toque, va a mostrar sus mejores cartas, que Riquelme será Román, que Battaglia será un león, que Palermo vacunará hasta a los más sanos, que ya puede desayunar tranquilo.

La medialuna jamás se le atragantó a Julio César. Porque está “conforme por cómo venimos trabajando” y consciente de que su Boca ya hace ruido. Dos triunfos de verano, incluido uno superclásico, la valla invicta y la ilusión de amalgamar piezas de valor invitan a justificar la alegría. Sin embargo, él prefiere la mesura. Su discurso no se corre un ápice del “vamos despacio, los jugadores nos van entendiendo y nosotros a ellos” y sólo se suelta para las loas: “Los veo muy comprometidos y eso es importante”.

El café no necesitó cortarlo con leche. Lo pasó directo, sin necesidad de dejarlo enfriar. La ansiedad por disfrutar en acción oficial a sus hombres lo invade. Sabe que los dirigentes cumplieron su parte. Al igual que en el anterior mercado de pases con Borghi, la Comisión Directiva rompió el chanchito y materializó los deseos del entrenador. En junio la erogación fue de diez millones de dólares, entre Lucchetti, Cellay, Caruzzo, Insaurralde y Escudero, y ahora el gasto (o inversión, según la óptica) podría rondar esa cifra, si se concreta la llegada de Cvitanich, acaso lo único que le falta al DT. Si bien en un primer momento se había especulado con el posible arribo de Ustari, el día a día de los entrenamientos hizo convencer a Falcioni de que lo mejor era utilizar los cuatro cupos de refuerzos en jugadores de campo. De hecho, de la formación que hace algún tiempo le había confesado a Olé que anhelaba dirigir en el estreno frente a Godoy Cruz sólo resta confirmar al delantero.

El jugo lo tomó natural, con el sabor de las mejores frutas. Feliz por haber implementado el operativo seducción y que el resultado haya sido el esperado. El propio Falcioni se encargó de llamar por telefóno a los futbolistas (Somoza y Erviti pueden dar fe) y explicarles las bondades de su Boca. Y a Rivero, pese a no integrar la primera lista de prioridades, lo aceptó apenas se lo propusieron. Así, también se vio su mano para encargarse con voz propia de convencer a los jugadores y lograr que se pusieran a batallar para conseguir la salida de sus clubes.

Las tostadas no se le quemaron. Gustoso de una comida sabrosa, entiende que no hay excusas. Dirigencia compenetrada con el proyecto, plantel abocado a la causa, hinchas entusiasmados con los nuevos aires... Y el equipo de sus sueños en marcha.

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