miércoles, 17 de noviembre de 2010

Una actuación así, de las más flojas en clásicos durante la década, obliga a revisar casi todo en el aspecto deportivo.


Si Boca no revierte la tendencia, penará con su promedio en la temporada por venir. ¿Por dónde empezar? 1) Compromiso del plantel para sacar la mayor cantidad de puntos en cinco fechas decisivas. 2) Designación de un cuerpo técnico estable, fijo durante un año como mínimo, probado bajo presión. 3) Recuperación de Riquelme: que juegue sólo cuando se encuentre en la plenitud de sus condiciones físicas. 4) Renovación del plantel con énfasis en las Inferiores, sin liquidar buenos proyectos al primer tropezón o a la primera oferta (Maidana, inesperado verdugo, es caso testigo en ambos planos).

En una situación como la actual, sin riesgo de descenso y con balance superavitario, Boca genera uno o dos escándalos cotidianos (descontemos el IVA de algún periodismo poco riguroso). Imaginen cómo sería el minuto a minuto del 17° puesto hacia abajo. Así como ordenaron la economía, los dirigentes deben lograr una disciplina interna que permita competir sin soportar turbulencias en cada viaje. Hay responsabilidad del entrenador, pero las máximas autoridades son el presidente y su CD. Si en vez de mandar cada uno se larga a pintar paredones para la elección del 2011, se complica de verdad.

Será difícil jugar un PT peor, sin tenencia de pelota, sin decisión para recuperarla, frente a un adversario que no es una maravilla... El equipo fue superado desde el inicio, le entraron por los costados, nunca llegó en forma asociada. Fue perjudicial el estado de Román, pero aun sin él Boca había hecho mejores papeles (tampoco demasiados: Vélez, Olimpo, Colón, Lanús pese a la derrota...). Ni siquiera quedan ganas de quejarse por otro clásico arbitraje de Baldassi, incluido un doble penal. Tras el 0-1, un poco por empuje de Chávez y bastante por retroceso local, pareció parejo, aunque el empate siempre resultó una quimera. García mostró agilidad, reflejos y valentía, una noticia positiva. Al cabo, un tardío acierto de Borghi.

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