viernes, 8 de abril de 2011
Los titulares, que ganaron con gol del Loco, hicieron lo imposible para que Palermo se saque la mufa...
La menos esperada es la que te queda y hacés un gol de los que menos pensás”.
Martín Palermo está aguardando que le llegue ésa. La que corte la racha, la que termine con la ansiedad. Y, parece, en Boca están todos subidos a ese barco. Muchos quieren ser los autores intelectuales de ese gol, ser quienes le den la asistencia. No necesitan decirlo, se vio en el entrenamiento de ayer. Más que una práctica de fútbol formal fue una puesta en escena para que el Loco se sacara las ganas. Si hasta una bandera de aliento hubo. Porque, si bien el máximo artillero de la historia del club (230) viene haciendo goles en la mayoría de los ensayos, es cierto que semana a semana se acumula más y más angustia e inquietud. Ayer, al menos, con el mete-pase-entra ayudaron a que se le pasara un poco: el equipo titular ganó 1 a 0 con uno de su autoría.
Todas fueron para él. En los primeros 40 minutos de práctica, la búsqueda al nueve fue constante. El mismo había dicho que corrigiendo algunas cosas del funcionamiento grupal seguramente él podría encontrar la comodidad que necesita para definir, pero no fue el caso. Tuvo chances pero, hasta por mala suerte, la pelota le quiso negar la red. La primera fue tras una buena jugada de equipo: centro de Román, Erviti la bajó, Palermo, de cabeza la estrelló en el travesaño y la pelota picó... del lado de afuera, para que Javier García la agarrara sin dificultad. Un minuto después, se revolcó pero no llegó a rozar el centro de Fabián Monzón. A los 28, metió una mediavuelta, un pasito atrás del punto del penal, que terminó desviada. A los segundos, tras un pase genial de Riquelme, enganchó sobre la izquierda del vértice del área, pero definió sucio y le quedó otra vez a Javi García. Un minuto pasó hasta que conectó un centro atrás de Clemente, pateó bien, pero se encontró de nuevo con Javi. ¿Más? Sí: Erviti la hizo rebotar contra un palo y por un pelito no llegó al rebote. Uff.
“Ojalá pueda darle un pase a Martín para que haga un gol y corte la mala racha”, pide su amigo Pochi. Lo dijo después de, justamente, haberlo asistido en el entrenamiento. Fue a los 32. Chávez desbordó por derecha, se metió en el área y tocó atrás para un Martín que lo esperaba en el área chica. Fue sólo empujarla, asegurarla. No hubo festejo propio (al fin y al cabo era un ensayo), pero sí una tribuna bastante poblada de fanáticos y turistas quienes le dedicaron unos aplausos afectuosos. A excepción de las chicas que, con un trapo azul (“Eternamente gracias Titán”) le pusieron muchísima más energía. Sirve. Suma.
“Martín es el capitán y titular. Respeto su día a día, que es el ejemplo de todos. Yo siempre trato de respetar la historia, pero también el presente. Y el día a día de trabajo de Martín es el presente”, dijo Falcioni el lunes cuando decidió, otra vez, confirmarlo seis días antes de jugar. Quizá porque además de la confianza que le tiene, sabe que Lanús es uno de sus rivales favoritos (le hizo 12 goles y está tercero en su lista detrás de Gimnasia, Colón y junto con Vélez).
“Ojalá que el domingo pueda convertir y que nos ayude a ganar”, dijo ayer Riquelme. Entre todos, parece, lo van a ayudar.
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