sábado, 9 de abril de 2011

Llegaron a los 100 triunfos juntos y los hinchas ya les preparan monumentos, pero esta historia no terminó...


Argentina. En un futuro no muy lejano. Quienes los hayan visto jugar sacarán chapa con que así fue. Quienes no los hayan visto, dirán que también lo hicieron. Todos querrán haberlos visto. Todos querrán decir yo vi a Riquelme, yo vi a Palermo.

Las leyendas de hitos que fueron vistos en vivo por más gente que la que hubo en la cancha existieron siempre en la Argentina. El gol de Grillo a los ingleses, el del Chango Cárdenas al Celtic, el penal de Gatti a Vanderlei, los de Maradona a Inglaterra en México 86 y algunos cuantos más. Riquelme y Palermo, con unos cuantos títulos en su currículum y exactamente 100 victorias juntos, sólo necesitan del paso del tiempo para que suceda lo mismo con sus proezas y milagros.

Más allá de que sus figuras se agiganten con el tiempo, ambos acaban de lograr lo que muy pocos en actividad. Una estatua para cada uno. Monumentos en vida. Producto del fanatismo de dos hinchas que se encargaron de desarrollar proyectos, conseguir quien los realizara y solventarlos con el aporte de otros fanáticos (recibieron colaboración de España, Suecia, Colombia, México, Brasil y Uruguay, entre otros países). El de Román empezaron a hacerlo hace varios meses por iniciativa de un hincha llamado Martín González y esperan poder presentarlo en sociedad en menos de un mes. Y la de Martín es una idea que nació en el verano: Damián Biagetti se la presentó al propio goleador antes de un partido en Mar del Plata y ya comenzaron con la elaboración. Las dos quedaron en manos de la artista Elizabeth Eichhorn, quien cuenta con el antecedente en el deporte de haber hecho la estatua de Diego Maradona que se encuentra en el Museo de la Pasión Boquense.

“El hecho de que exista una figura que despierte el interés de sus hinchas por hacerle un reconocimiento en vida, me inspira respeto y afecto, porque si quieren realizar este emprendimiento, es porque se lo han de merecer”, explica la escultora. Y enseguida agrega: “Los monumentos en general pueden ser de libre creación e interpretación por el artista que los realiza, no tienen por qué ser parecidos a la realidad, pueden ser abstractos, si se quiere; simbólicos, alegóricos. Pero en el caso de los jugadores es distinto: los hinchas esperan ver a su ídolo. Uno busca el parecido, se trata de que la persona homenajeada se reconozca. Pero a veces prefiero un poco menos de parecido y reflejar mucho más su personalidad. Para esto siempre procuro estudiar al personaje, pedirle a gente que los conoce que me cuenten cómo son, cómo actúan, qué los caracteriza, para así reflejar en lo posible un poco de eso”.

A diferencia del monumento de Maradona, que está hecho en fibrocemento plastificado, estos son de resina, pero con la misma terminación con patinado en bronce pompeyano. El de Riquelme lo mostrará con la pelota bajo la suela y el de Palermo, en un festejo gol. “Es una especie de cuadro de costumbres”, grafica Eichhorn, quien no sabe mucho de fútbol y sólo es hincha de la Selección. Y luego describe la obra de uno y otro: “En el caso de Román se procuró retratar al estratega del partido, a aquél que calcula lo que ha de suceder tres movimientos antes de que realmente sucedan, algo así como un ajedrecista del fútbol. Y con Martín también rescatamos una actitud característica que significa más que festejar un gol: se festeja, simbólicamente, en los detalles incorporados a la obra, su triunfo ante la adversidad y su persistencia pese a ella”. De pies a cabeza, medirán 2.20 metros y pesarán alrededor de 90 kilos. Pero la de Palermo, con la base, estará en los tres metros. “Uno por cada gol. Si termina su carrera con 320, tendrá 3,20 metros”, explica Biagetti, que espera contar con la obra terminada para julio, y para lo cual necesita que los hinchas colaboren a través de www.monumentoapalermo.com.ar.

El ciclo dorado que ellos protagonizaron es único y puede demorar décadas en repetirse, tal vez una vida entera. Con los años, seguramente serán mucho más grandes de lo que son hoy. Pero el monumento ya lo tienen.

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