viernes, 29 de abril de 2011

Erviti fue autocrítico (“nos cuesta dar tres pases seguidos”) y admite que no juega como en Banfield.


En alguna medida, no estaban equivocados quienes decían que Walter Erviti llegaba para reemplazar a Juan Román Riquelme. Aunque él mismo lo considere una locura. La realidad era que el enganche de Boca venía de una ausencia prolongada y nadie podía asegurar, al momento que llegó Falcioni, cómo respondería a una seguidilla de partidos. Por eso el técnico luchó tanto para que le trajeran a Walter: para que él se encargara de generar el fútbol, como lo había hecho en el Sur, ante la eventual ausencia del 10. “Si la gente o el periodismo están esperando que yo haga lo de Román, estamos en problemas. Parece que no me hubieran visto jugar nunca”, reflexionó ayer el volante por La Red. Y completó su mirada: “Hoy estoy para que a Boca no le hagan goles, para tratar de que sea un equipo ordenado y bien parado. Esa es mi función”.

Sin embargo, Erviti no negó que la función que cumplía en Banfield era otra, más cercana a la del imaginario de los que lo miran ahora en Boca: “Allá, yo tenía que posicionarme, quitar y armar juego. Ahora, en cambio, tengo que darle la pelota a Román para que él organice y conduzca. Y eso simplifica mi trabajo”. ¿Si la presencia del 10 le quita espontaneidad? Erviti no lo afirma, pero... “Cuando hay un jugador así, diferente, tiene que estar en la cancha y la pelota debe pasar por él. Los demás estamos para mostrarnos, para asociarnos y colaborar, lo tengo claro desde que llegué”.

-Algunos piensan que el problema es que ustedes le pasan la pelota cuadrada a Riquelme. ¿Es así? -Es lo que se ve en la cancha. Yo no puedo decir que somos el Manchester si nos ha costado dar tres o cuatro pases seguidos. Lamentablemente es así. Estamos tratando de mejorar para que los de arriba puedan jugar más tranquilos. Si no, se les hace difícil cuando el equipo va perdiendo: el rival se cierra atrás y todo cuesta más. Más allá del esquema, de si juega con tres o con cuatro atrás, con o sin enganche, Boca debe parecerse al del último domingo. No hay margen de error.

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