sábado, 22 de enero de 2011
Falcioni dirigirá su primer Súper y dice que “no hay ninguno como éste”. Para JJ es “como si fuera por los puntos”.
Hoy se cumple un año exacto de la renuncia de Basile. No se despidió de Boca por una cuestión de códigos ni se llevará los motivos a la tumba. Habrá sentido que le faltaba apoyo dirigencial, pero fue la derrota de un día antes contra River la que lo impulsó a tomar la decisión.
Pasaron 11 meses, también Alves y un interinato de Pompei, hasta que le llegó el turno a Borghi. Habrá coqueteado varias veces con la renuncia, el Bichi, sin embargo fue otra caída en un superclásico la que le puso fin a su ciclo.
Esa misma tarde, en el Monumental, el Negro López se terminó de reconciliar con la gente de Núñez y fue una convincente victoria en el derby más caliente la que lo catapultó a lo que es hoy, el DT oficial.
Es decir: puede que los clásicos no valgan siempre lo mismo pero son todos importantes. Ya sean de verano, por el torneo doméstico o las copas, en Mar del Plata, Mendoza o Taiwán. Lo hacen saber los hinchas, lo sienten (aunque a veces no lo digan) los jugadores y de nada resultan exentos los técnicos. Por eso Falcioni y Jota Jota eligieron reservar a lo mejor que tienen para el segundo compromiso veraniego, el primer súper del 2011.
Para Julio César será el bautismo en un Boca-River y bien sabe que su cargo no entra en juego, aunque el resultado marcará un camino. Podrá acelerar o frenar la llegada de refuerzos, influirá en el estado de ánimo general, nada menos que para el inicio de un proceso. Y JC, aunque tranquilo, no le baja trascendencia al duelo de esta noche: “He tenido la suerte de jugar y dirigir muchos clásicos en mi vida, pero ninguno como éste. Es uno de lo más grandes del mundo, el de mayor atracción, el de mayor convocatoria. Y bueno, ojalá podamos estar a la altura”, resalta.
De la vereda de enfrente nadie habla de amistoso. “A Boca le quiero ganar hasta en la playa”, es el mensaje que baja Jota Jota y repiten los jugadores. No es casual, entonces, que, salvo por el esguince de Acevedo y la partida de Ortega, el entrenador repita el dibujo y los nombres del anterior éxito ante la contra. “Hay que ganarlo porque es el clásico, eso nos daría tranquilidad para trabajar y los jugadores agarrarían confianza. Por algo Boca también pondrá a lo mejor. Nosotros lo tomamos como si fuera por los tres puntos: queremos jugar y ganarlo”, subraya.
Dicen que esta noche, en La Feliz, estalla el verano. Porque no se juega un partido más. Y los técnicos tienen su clásico aparte.
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