miércoles, 27 de octubre de 2010

Tras cinco meses y medio afuera, Román es el mismo. ¿Por talento? Sí, pero más por su obsesión de ordenar a todos. Vuelve el domingo.


Tras cinco meses y medio afuera, Román es el mismo. ¿Por talento? Sí, pero más por su obsesión de ordenar a todos. Vuelve el domingo.

No la tires más para el medio. Dásela al arquero y que salga con Achu”; “Abrí la cancha, Fabián”; “Buscala, buscala”; “Vení, jugá acá”.

Como nunca, Riquelme fue Román. ¿La magia? Hay pinceladas. ¿Los goles? Todavía no se gritaron (el ensayo terminó en cero). ¿El físico? Ahí anda. Pero el 10 está intacto...

Es el mismo de siempre. El que ordena, el que habla, el que gesticula. El que piensa por todos.

La imagen del final de la mañana de ayer, acaso la más descriptiva, fue un festival para aquellos interesados del lenguaje gestual. Una rondita en el medio de la cancha, compartida con Giménez, Cañete, Javier García y el ayudante Pablo Lenci (luego se sumó Viatri) fue el escenario. No hizo falta escucharlo a Román. La catarata de señas, indicaciones, muecas y simulaciones de situaciones de juego (hasta dibujó una pelota imaginaria con sus manos) alcanzaron para comprender que la charla no discurrió en torno a la problemática de la climatología mundial.

Antes de su exposición académica, hubo algo de fútbol. Esta vez, 43 minutos. Su tercer ensayo formal en este período de recuperación (se operó de osteocondritis en la rodilla izquierda el 18/5) con la implicancia que genera realizarlo a cuatro días del regreso oficial. El cuerpo técnico armó una práctica especialmente para él, más allá de que también jugaron Cellay y Clemente (ver aparte). Riquelme terminó sin dolor, aunque con el cansancio lógico para un futbolista que viene sin ritmo, y vale el agregado de una mañana calurosa.

No se exigió al máximo. Corrió poco. Pensó mucho. Exhibió algunos destellos marca registrada y le aportó su sello al equipo que lo acompañó. Se notó el intento de correcta circulación. Mantuvo el imán histórico para adueñarse de la pelota, aunque esta vez no se movió permanentemente en busca de la descarga. Apenas un par de movimientos y dos o tres toques seguidos le bastaron para reordenar y clarificar las jugadas. La computadora de Olé registró 49 pases bien, cinco pases mal y ningún remate al arco. Sin embargo, las dos llegadas más nítidas de su equipo (formado por los que no jugaron el domingo) fueron obra de Román: un tomá y hacelo a Cellay en el que el defensor se nubló ante la salida de Javi García y un estiletazo a Clemente que el lateral apuntó a las manos del arquero. En los últimos minutos, el 10 se tiró de punta o recostado sobre la izquierda y no tuvo tanta agilidad.

Mañana realizará otra práctica formal (con los titulares) y es probable que el viernes repita. “Lógicamente que nos hubiera gustado que tuviera más minutos antes de regresar después de tanto tiempo, pero es un jugador distinto y esperemos que nos pueda dar esa inyección distinta”, explicó el PF Hernán Torres. La idea es que el domingo Román esté desde el arranque, con una seria revisión en el entretiempo para evaluar cómo responde a la alta exigencia. ¿Cuánto tiempo jugará? “Lo que él quiera”, pronosticó alguien con libre acceso al vestuario. Y si está intacto...

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