martes, 17 de agosto de 2010
Se vienen los cambios....
El esquema no lo vamos a cambiar”. Sentados en una ronda en el medio de la cancha principal de Casa Amarilla, todos los jugadores de Boca escucharon lo que ya sabían que iban a escuchar. No los sorprendió el discurso de Borghi. Dejó en claro lo mismo que ya había esbozado en público. El intocable 3-4-1-2 seguirá siendo intocable. Porque a consideración del cuerpo técnico el problema no radica en el sistema. Habrá variantes, sí, pero de nombres y apellidos.
En 18 minutos de contacto directo, Bichi charló con sus futbolistas y les transmitió calma y paz. “Habló con el mismo tono de voz de siempre”, contaron desde adentro. Reconoció que hay “cosas que no están saliendo bien” y avisó que podría haber modificaciones.
La ferocidad del incontrolable Mundo Boca hace que el técnico deba vivir situaciones que, por caso, no pasó en Argentinos. Hoy, hasta Doña Rosa habla de la famosa línea de tres mientras hace las compras en el almacén. Sin embargo, Borghi está conforme con el rendimiento de los hombres del fondo. De hecho, a Boca casi no le generaron situaciones mano a mano y éste es un elemento que se destaca en el análisis del entrenador. Al diagnóstico no le pifia: las fallas aparecen en la generación de juego, del medio hacia arriba. Y ahí apuntarán los cambios.
Sin tocar a la defensa y al doble 9, la cirugía se verá en el mediocampo. A pesar de valorar la predisposición de Jesús Méndez para ocupar el carril derecho, frente a All Boys sería el turno de Clemente Rodríguez en ese sector. Y por izquierda, volvería Matías Giménez, tras el error que cometió en la primera fecha ante Godoy Cruz. Así, tendría dos futbolistas más aptos para recorrer los 70 metros que, pretende el DT, deben hacer los volantes externos. En un principio, la idea era que Damián Escudero pudiera ser uno de los que van por el costado paraí darle más fútbol al equipo, pero su falta de forma física lo deja al margen. ¿El enganche? Es probable que el domingo le dé la chance a Marcelo Cañete, uno de sus mimados. Ya lo puso unos minutos en Mendoza, repitió vs Racing y ahora quiere verlo de entrada, en un partido de alta gama, con la responsabilidad de conducir al equipo desde el inicio.
Cañete, además, podría ser la solución para encontrar cambio de ritmo, desequilibrio y explosión en la zona picante, otro de los ítems a resolver que da vueltas por la cabeza del técnico. Le preocupa cómo abastecer a Viatri y a Palermo. Y, se entiende, aquí no hay desajustes del sistema. Es cuestión de intérpretes: el objetivo es que el doble cinco juegue unos metros más adelante y que se coordinen para que uno salga a jugar y otro se quede barriendo por detrás. Falta el primer pase. Lo que hacía Ortigoza en el Bicho. Lo que hace Verón en Estudiantes. Aunque se evaluará la posibilidad de incluir a Méndez en el medio, parece que el tándem Battaglia-Medel seguirá.
Tras apenas 180 minutos oficiales sentado en la silla más eléctrica del país, Borghi se dio cuenta de que Boca es la ruleta rusa. Y él no quiere morir. ¡Se vienen los cambios!
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