miércoles, 26 de agosto de 2009
"Román me los prestó y vieron lo que pasó"
Para las 12 pidió el asado. En Los Surgentes, un pueblo cordobés de 3.000 habitantes, lo esperaba su familia. En la casa de la calle Mariano Moreno, Guillermo Marino se refugió durante todo el lunes, el día después de los dos goles a Argentinos en la Bombonera. No respondió llamados de ningún tipo. Se desconectó totalmente. Hasta que, cuando bajaba el sol, se subió de nuevo a su coche y recorrió los casi 500 kilómetros que hay hasta Buenos Aires. Las horas necesarias de sueño y de nuevo a Casa Amarilla. Ya de mañana lo esperaban otra vez esos botines azules que se calzó el domingo a la tarde, los de Riquelme. Listos para usar y para seguir aprovechando ese influjo mágico que sintió ante el Bicho.
-¿Cómo fue la historia de los botines?
-Se los pedí antes del partido. Aunque ya los había usado en realidad, en la gira. Y se los volví a pedir en el vestuario. En un buen gesto, Román me los prestó y vieron lo que pasó...
-¿Por qué se los pediste la primera vez?
-Yo tenía unos parecidos pero se me rompieron y los otros que tenía no los quería usar. Entonces, surgió la chance y se los pedí.
-Y te los dio con el poder de Román...
-Sí, la verdad que se dio así. Justo usar los botines de él y meter dos goles... Para mí es importante, me pone muy orgulloso y contento la forma en que se dieron las cosas. Como jugador, uno siempre tiene que seguir hacia adelante más allá de no tener posibilidades. Lo importante es estar bien para cuando surjan. El fútbol se trata de eso, de estar bien mentalmente para cuando se presente la oportunidad.
-¿Era una cuenta pendiente jugar así?
-Sí, porque en el ciclo anterior no se me había dado y esta vez fue todo muy rápido. En 45 minutos se dieron dos goles...
-¿Cuánto te ayudó haber convertido tan rápido?
-Fue importante. Creo que la segunda que toqué, la metí. Después de estar perdiendo 2-0, descontar tan rápido me dio mucha tranquilidad para luego poder hacer otro gol y también jugar bien.
-¿Ya habías metido goles de cabeza o dos en un partido?
-La verdad es que no recuerdo bien. Ahora me tocó cabecear, me encontré con la pelota ahí... No tengo muchos goles de cabeza ni tampoco muchos goles, ni soy goleador. Me tocó y lo disfruto. Y ojalá vengan más...
-¿Pensás que los dos goles te abren la posibilidad de llegar a ser titular?
-Uno siempre tiene que tener la expectativa de ir por más. Hay que ser constante, claro. Es día a día. Lo que pasó es parte de un momento, pero ya se transformó en pasado. Creo que hay que mirar para adelante.
-Ya tenés los botines de Riquelme, ¿ahora quisieras jugar con él y también con Insúa?
-Pocho es un crack, Román es un crack. Son jugadores con otro nivel, distintos, uno los ve en los entrenamientos y en los partidos. Hacen diferencia. Es muy lindo, sinceramente, es muy lindo compartir este momento. Ojalá se pueda dar de jugar con ellos.
-¿No te sentís como ellos, con las mismas condiciones futbolísticas?
-No, no. Román tiene una trayectoria... No voy a descubrir nada. Lo demuestra todo el tiempo. Y lo mismo el Pocho. Son jugadores muy completos e importantes para el equipo. Es decisión exclusiva del técnico que yo juegue o no. Pero pienso que todo es posible. Se puede dar.
-¿En qué puesto pensás que podés entrar? ¿Te sentís más volante por afuera o enganche?
-La verdad es que no sé de qué juego, ja. A veces puedo jugar de enganche pero sinceramente en México venía haciéndolo en otra posición, por derecha o por izquierda. Pero lo importante es poder darle variantes al técnico.
-¿Qué diferencias encontrás con tu primer ciclo en Boca?
-Primero la edad, que me parece que en algún punto puede hacer una gran diferencia. Después, en aquel ciclo venía de seis meses sin tener actividad y también es determinante. Y por haber estado dos años en México uno adquiere experiencia, regularidad y continuidad en el fútbol.
-¿Esa experiencia te puede ayudar a afirmarte en esta vuelta?
-Pienso que sí, igual eso es un pensamiento personal, después lo tengo que demostrar, que en definitiva es lo más importante. No es lo mismo llegar con 22 ó 23 años que con 28. Son cuatro o cinco de diferencia. Y de no jugar en Newell's durante seis meses a pasar al mundo Boca. Hay un tiempo para adaptarse. Ahora yo sabía dónde venía, sabía con qué me iba a encontrar y eso ayuda un poco.
-Y pediste botines que te vinieron bien. ¿Ya le dijiste a Román que no se los ibas a devolver?
-Bueno, hoy los volví a usar. Eso me parece un indicio de que me los quedo, ja...
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