lunes, 24 de agosto de 2009

Guillermo Marino fue la figura de la cancha. Entró en el segundo tiempo y clavó dos golazos para empatar el partido.

Pintaba negra la tarde. Boca perdía 2 a 0 con Argentinos y no le encontraba la vuelta al partido. Pero en el segundo tiempo, Basile se la jugó y metió mano en el equipo. Entraron Ariel Rosada y Guillermo Marino y todo cambió. Pero fundamentalmente por lo hecho por este último.



El hombre de Los Surgentes, Córdoba, tuvo su tarde de gloria. Apenas empezada la etapa complementaria, metió un cabezazo tras un corner enviado por Mouche desde la derecha que sirvió para descontar. Y cinco minutos después, tomó el balón tirado sobre la izquierda y despachó un misil que resultó inatajable para Torrico.



No conforme con esto, casi mete el gol del triunfo pero la chilena que ejecutó dentro del área no fue del todo fructífera. Si lo hacía, cerraban el Estadio.



Además, siempre estuvo bien ubicado para recibir en soledad y nunca se complicó eligiendo la descarga más simple. Fue, claramente, la figura del partido.



Alfio Basile debe ser el que más feliz se puso tras esta consagratoria producción de Marino. Es que el ‘Coco’ siempre le tuvo una fe ciega y pidió que lo retuvieran porque sabía de su importancia como futbolista. Hoy, Guillermo se lo agradeció: Jugando como él sabe.

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