jueves, 2 de diciembre de 2010

El Virrey se reunió ayer con Ameal y volvió a quedar muy claro que hoy no está dispuesto a asumir.


Para el regreso debe haber otra CD y otro plantel.

Bianchi juega de local en la confitería del Malba, el museo de Arte latinoamericano de Buenos Aires. Conoce a los mozos y al maitre, con quien dialoga en francés. El Virrey elogia la gastronomía del lugar (“Se come muy bien acá”) pero en sus visitas de media mañana sólo consume agua sin gas. Llega de camisa blanca y zapatos negros, con Olé y La Nación ya leídos. En ese ambiente, poblado de sillas estilo Jacobsen y vecino a su casa de Barrio Parque, suele encontrarse con personajes del fútbol y amigos de la vida. Ameal ranquea en los dos escalafones, por más que no coincidan ideológicamente (Jorge es un peronista del conurbano, Carlos milita en las filas de los antipolíticos). Pese a esas discrepancias, las presidenciales del 2011 fueron tema de conversación en la charla de ayer. ¿Cristina, Alfonsín, Cobos, Macri, Solanas, Duhalde, Carrió? No, Amor, Crespi, Beraldi, Angelici, Digón, Salvestrini, Paolini... Las elecciones boquenses del año próximo, inéditas en el club por la cantidad de candidatos ya lanzados, condicionan el regreso de Bianchi al banco donde invirtió mayores recursos y cosechó máximos dividendos. “Si gana un candidato que lo quiere y asume con gente correcta, Carlos vuelve en el 2012. Se muere de ganas por dirigir otra vez a Boca”, cuenta uno de los que toman café en el elegante reducto de Figueroa Alcorta con el hombre de 61 años bien acomodados, al margen de una muñeca mal operada que a veces se le hincha. Ameal y Digón son dirigentes por los cuales Bianchi tiene aprecio, trabajaría cómodo con ellos. “Tenía que hacer unos trámites por ahí cerca y, como muchas veces, lo llamé para juntarnos. Hablamos de todo, de las familas... De fútbol también, por supuesto”, le dice Jorge Amor a Olé . El presidente, que lo llevó como manager en diciembre 2008, sueña con que en algún momento sea su DT, pero hoy no están dadas las circunstancias institucionales y futbolísticas para un III Virreinato en la Bombonera. Por eso el martes a la noche, durante un encuentro con socios vitalicios, Ameal aceptó que le gustaba Falcioni, desde el 0-1 en River la opción más factible para asumir en enero. Semanas atrás, cuando Borghi todavía trataba de enderezar la nave xeneize, se escuchó un elogio de Bianchi en esas tertulias futboleras del Malba. “Aunque lo hayan eliminado en las copas, un equipo que me gusta es Banfield. Vos lo ves y sabés a qué juega”. Tal vez ese comentario, quizá la preferencia por un perfil bajo o ambos factores determinan que Maradona no sea hoy un nombre viable para el presidente. Su piloto para esta tormenta es Julio César, a quien no llamará antes del cruce del jueves 9 en la cancha de Banfield.

Para las actuales necesidades de Boca, un técnico con carácter, perseverancia y baja exposición significaría un avance. Para más adelante deberá quedar la pretensión de recuperar liderazgo nacional e internacional. ¿Quién más probado que Bianchi para ese momento? Para no perder la costumbre, el DT campeón mundial 94, 00 y 03 anoche festejó el 1-0 de Vélez en la remake de su final vs. Milan.

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