miércoles, 1 de septiembre de 2010

Ya se ven sonrisas entre los jugadores....


El domingo fue para ganarle a Vélez. Ayer, para dejar ver las sonrisas en una semana distinta. El clima es otro, el equipo es el mismo: Bichi repetirá los 11.

Ahora, Boca no es el Barcelona. Ni Borghi, Guardiola. Tampoco Casa Amarilla es el Ital Park. Pero hay un aire, un airecito, una tenue brisa que te hace respirar.

Si hubiera un diccionario para describirlo, seguramente estaría escrito que el aire que se respira es un aire de paz, de calma, de tranquilidad, haciendo espacio para todos los lugares comunes, pero que son realidad en esta feliz semana de Boca.

La segunda práctica de la semana, pero la primera en la que se permitió el acceso de la prensa (el lunes el club había estado cerrado por duelo debido a la muerte de Francisco Varallo) registró imágenes diferentes a la de las últimas semanas. Pese a la lluvia, los jugadores volvieron a mostrarle los dientes a Borghi. El domingo, para hacerse fuerte en la adversidad y ganarle a Vélez. Ayer, para mostrar algunas sonrisas en el ejercicio de fútbol en espacios reducidos, gestos alegres, una especie de relajación, aunque la palabra esté prohibida puertas adentro: “Ahora no podemos aflojar”, es el nuevo lema que se impuso en el vestuario. Tal vez, el cuerpo técnico haya recibido las señales positivas que esperaba en el día a día, luego de la demostración de fiereza que le dieron el domingo en el verde césped. Borghi lo recalcó: “Jugaron para el cuerpo técnico”.

Si el triunfo frente a Vélez trajo el alivio que se necesitaba, una victoria ante San Lorenzo significaría el despegue definitivo. Bichi lo sabe y por eso ya tiene planificado repetir esquema y apellidos: si no aparece ningún imprevisto, la idea del técnico es que juegue la misma formación que empezó contra el Fortín. El entrenador entiende que, más allá de la remanida cuestión anímica de mantener a los mismos 11, hubo rendimientos interesantes: Lucchetti tapó la bola decisiva en el final, la línea de tres no sufrió, los mediocampistas corrieron y jugaron, Chávez se sacrificó y generó, Viatri mojó y Palermo cumplió. Así, sin motivos para variar, Borghi se aferrará a los muchachos que le regalaron su primer dulce como entrenador de Boca. Y que siga la alegría...

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