martes, 31 de agosto de 2010

Reportaje al Pochi


Pochi Chávez es un culto al sacrificio: antes trabajaba para ayudar a su familia, hoy juega por el futuro bebé. La rompió contra Vélez y dijo: “Borghi me felicitó”.

Trabajaba de albañil. Comía lo justo. Juntaba pósters de Palermo. Jugaba en Atlas. Vivía en José C. Paz. Viajaba horas (miles) parado en el 365.

Ya no trabaja de albañil. Construye paredes con Riquelme. Ya no come tanto guiso. Tiene plato a elección. Ya no junta pósters de Palermo. Duerme con él en la concentración. Ya no juega en Atlas. Disfruta en la imponente Primera de Boca. Ya no vive en José C. Paz. Goza de su nuevo hogar en Vicente López. Ya no viaja en el 365. Maneja un coqueto auto último modelo.

Y acá, ahora, en este día después de una actuación consagratoria, en la intimidad de este coche moderno, Cristian Chávez habla a solas con Olé . Como cuando hace algunos años invitó al diario a recorrer su barrio, sus orígenes. A Pochi le cambió todo, es verdad, menos su esencia...

-Porque el fútbol y la vida me enseñaron a no bajar los brazos. Yo la luché mucho, a veces no tenía para viajar o los botines para ir a jugar o las zapatillas para ir al colegio. Y ahora estoy en la Primera de Boca. Hay que aprovechar. Aparte tengo a Martín que me da muchos consejos, hasta esa suerte tengo. ¿Cómo no le voy a hacer caso? Me dice todo lo que tengo hacer, es como mi segundo padre. Antes del partido, me habló diez minutos, me dijo que estuviera tranquilo, que no me presionara, que no saliera a hacer todas las cosas rápido, que vaya de a poquito. Martín es un fenónemo. Ojalá algún día pueda ser como él. Por eso, pienso que si bajo los brazos ahora, soy un boludo.

-Y ahora tenés un motivo más para motivarte...

-Sí, es cierto, mi novia Romina está embarazada de cinco meses. El otro día fuimos a hacer la ecografía y me emocioné mucho. Por eso ahora sé que tengo que darle de comer a un hijo que viene al mundo y tengo que correr más, seguir sacrificándome y empezar a ganar cosas.

-¿Tenés fecha para fin de año entonces?

-Sí, diciembre, principios de enero. Ojalá venga con un pan bajo el brazo, je. Si jugamos como ayer (por el domingo) vamos a ganar muchas cosas.

-¿Qué es lo que más te motiva?

-Me pongo a pensar en mi familia, mi novia, el hijo que estoy espernado y tomo mucha fuerza. La verdad es que tenía unas ganas terribles de jugar. No podía defraudar. Sabíamos que era el partido. Salimos a morir a la cancha. Lo tomamos como una final.

-Borghi dijo que notó que la Bombonera late...

-Es que fue impresionante lo de la gente. Cuando corearon mi nombre, me emocioné, no podía creer que me estuvieran ovacionando a mí. Y el aliento fue espectacular. Nosotros estábamos metiendo, y la hinchada se levantaba de una manera terrible. Así hay que jugar todos los partidos. Yo veía a mis compañeros cómo corrían y metían y me daban más ganas. Me sentía orgulloso de mis compañeros.

-¿Qué te dijo el Bichi?

-Me felicitó, me fue a ver a la camilla, estaba todo roto, je. Tirado en la camilla parecía que estaba muerto. Me dijo que hice un buen partido. Nos felicitó a todos. Dijo que si nos empataban igual se iba contento porque habíamos dejado todo y así tiene que ser Boca. Es el Boca que queremos nosotros y toda la gente.

-¿Te va a bancar?

-Je, todavía no hablamos nada, pero sé que cuando esté Román va a jugar él. Es único, indiscutible. Pero seguiré trabajando para poder jugar con él, porque uno quiere jugar en la Primera de Boca, aunque sea de 5, de arquero, en cualquier lado, je. Cuando no estoy jugando, me entreno en doble o triple turno para poder tener un lugar en el equipo. Entreno por mi casa para poder pasar a mis compañeros, siempre con la buena leche de ganarme un lugar.

-¿Contra Vélez jugaste en tu posición natural?

-Sí, en el puesto de toda mi vida, como enganche. Para poder jugar de carrilero, tenés que correr mucho, pero entrenando se puede hacer tranquilamente. Y jugando al lado de Román, se va a hacer más fácil.

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