lunes, 14 de febrero de 2011

Palermo lo resumió y no quiso ahondar. ¿Qué le pasó a Boca?


Cambió de esquema para incluir a Riquelme y Erviti y lo pagó carísimo. Un cachetazo al gran candidato.

No, no, Borghi se fue. Sí, sí, Erviti y Riquelme fueron titulares: uno hizo un gol, el otro pegó un tiro en el palo. No, sí, también jugaron Somoza y Battaglia. Y Mouche la rompió. Y Palermo tuvo un mano a mano de ésos que pide un goleador. Y Boca, nueve situaciones clarísimas: hizo a Torrico figura. Cómo que no, dirigió Falcioni, ayer debutó: venía invicto en cuatro juegos de preparación. ¿La Bombonera? Un hervidero: los jugadores se fueron silbados. No, sí, claro que era el candidato. Lo sigue siendo. Pero sí, es en serio, ganó Godoy Cruz. Y ganó 4 a 1. ¿Cómo explicarlo? “Esto no fue lo del verano. Hubo cosas que no hicimos igual, el orden, el funcionamiento... Pero es mejor recibir este trompazo a tiempo”. La declaración de Palermo, aun pidiendo analizar en frío, reúne varias verdades. La primera es medular: Boca no fue el del verano. No lo fue ni por asomo. Ni en el orden, ni el juego, ni en la presión, ni en defensa, ni en ataque... Y no lo fue, simplemente, porque Falcioni cambió el chasis que había armado en los talleres de Tandil. Porque el peso de los nombres ayer rompieron su sistema madre (4-4-2) y hasta su esencia como DT. Porque, en definitiva, el Boca que jugó ayer no había jugado nunca...

Y así le fue: como dijo su capitán, lo trompearon. O más que eso: le dieron una paliza para ir a los libros. En ese contexto, parece una locura decir que pudo haber ganado este partido. No tanto, que lo pudo empatar. Todo tan extraño como este Boca 2011.

El equipo de Falcioni pasó de tener una defensa que había ganado en solidez a mostrar una frágil como la de Borghi, aun con línea de cuatro. Sus centrales fallaron en los cierres, a sus laterales les ganaron las espaldas, su arquero fue culpable del 0-1, casi se hace otro, estuvo inseguro todo el partido. Pero además, Battaglia y Somoza no se complementaron. Incómodo por derecha, Seba por momentos se perdió. Y Boca lo perdió. El ex Vélez no tuvo la presencia del verano. Muy impreciso, el desequilibrio del equipo lo desarmó. Falcioni los juntó, ya más como doble cinco, en el segundo tiempo, pero tampoco así rindieron. ¿Y por qué? Porque Boca, sin los cuatro volantes en línea, fue un equipo sin bandas. Sin externos como Chávez y Colazo, perdió orden, presión, prolijidad, llegada con sorpresa. Cosa rara la de Riquelme: fue tan previsible como imprevisible. Lento, detuvo al equipo, le quitó cambio de ritmo. Pero a su vez, con su talento, rompió líneas, asistió, le quebró el palo a Torrico, se perdió un gol debajo del arco.

La vuelta de Román debía potenciar al Boca de enero, darle un salto de calidad. Pero le rompió el esquema y hasta perjudicó al refuerzo estrella: Erviti fue su rehén. Jugó más pensando en el 10 que en él. Y por no querer pisarle la sombra, perdió frescura y aceleración. Así, Boca ni siquiera pudo aprovechar a Mouche, ayer una remake de Rodrigo Palacio.

Con un novedoso 4-1-4-1, Godoy Cruz fue débil en defensa, pero fuerte en el medio. Ahí ganó el partido, ahí lo quebró a Boca, por esas bandas que descubieron Erviti y Riquelme. El equipo de Da Silva casi no erró goles. Los hizo todos. Y aun así, lo salvó Torrico.

Falcioni tiene trabajo. O más que eso. Debe decidir qué pesa más: los nombres o el sistema. Por lo menos, está a tiempo...

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