jueves, 17 de febrero de 2011

Justo cuando se discutía si Falcioni debía jugar con enganche o no, Román se lesionó. ¿Y ahora?


El técnico podrá volver a su 4-4-2 ideal. ¿Problema?

Qué problema! Suelen decir los técnicos, ante la abundancia de opciones, que ésos son problemas lindos. Lo tuvo Julio Falcioni hasta el domingo. Y ayer dejó de tenerlo. Juan Román Riquelme no podrá jugar por un esguince de tobillo. Ahora ya no hay problema lindo porque no son tantas las opciones. Es simplemente un problema. ¿O ya no hay problema? Justo cuando se discutía si debía jugar con enganche o apostar al medio del verano, esta baja de Riquelme hace que el sistema se defina por decantación: vuelve el 4-4-2, un dibujo más parecido a las preferencias del entrenador, con doble cinco y volantes externos. ¿Los nombres? Bueno, ahí es donde comienzan las dudas. Pero el primer problema está resuelto.

Ayer, entonces, el DT comenzó a solucionar el resto. Y probó dos equipos diferentes. Los únicos que quedaron intactos fueron los centrales (Caruzzo-Insaurralde), Somoza y Palermo (el de Mouche es un caso especial: no está en duda, sino que salió por un golpe). El resto, aunque sea posicionalmente, fue cambiando. Los laterales, por ejemplo. Y probó dos medios diferentes con resultados diferentes.

En ambos casos, está claro que Falcioni mantendrá las dudas hasta el final: no suele confirmar el equipo y, ante tantas variantes posibles, tampoco lo hará en esta oportunidad. Uno de los pocos que jugaron el ensayo completo en su puesto fue Monzón: se paró por izquierda y de ahí no se movió. En cambio, Calvo y Clemente se repartieron el tiempo por derecha. ¿Saldrá uno? En la mitad de la cancha hay más incógnitas. Arrancó con Rivero y Colazo por los costados, con Somoza y Battaglia como doble cinco. Con esa formación llegaron los únicos dos goles: el primero de Rivero, aunque después de repetir varias veces la jugada. Y el segundo, de Insaurralde, luego de algunos rebotes. Con ese equipo, que jugó 25 minutos, se notó un Boca con llegada pero también con mucho control y bastante presión, con Monzón y Clemente teniendo presencia en ataque (y con algunos llamados de atención para que volvieran rápido al fondo).

Para los restantes 15, el técnico puso en cancha el medio más pedido: los cuatro del verano. Un doble cinco con Rivero y Somoza, y Colazo y Chávez bien abiertos por los costados, con Pochi más activo en ataque. Con ese mediocampo, a diferencia de lo que se vio en aquellos amistosos, el equipo perdió control de pelota y sufrió más ante un rival no tan juvenil. Enfrente estuvieron Erviti, Clemente y Viatri, y jugaron ante los titulares como si fuera por los puntos. De hecho, no sólo Mouche terminó magullado: Palermo también (ninguno tuvo golpes de consideración, pero quedaron en el suelo unos minutos). Y Sánchez Miño pegó un tiro en el travesaño.

No estará Erviti, por haber utilizado el 225 el domingo. Y, sobre todo, no estará Riquelme. Y por eso ya no deberá pensar cómo rodearlo, cómo ayudarlo. El dibujo, entonces, está claro. Ahora hay que definir los intérpretes.

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