lunes, 14 de febrero de 2011

Erviti puede estar tranquilo por haber hecho un gol en su debut; sin embargo, no fue la estrella por la que tanto pugnó Falcioni...


Durante enero, fue el Gonzalo Heredia del fútbol: el protagonista de un culebrón que lo tuvo en el centro de la escena del mercado de pases, por esa pretensión de San Lorenzo y por esa obsesión de Julio Falcioni, recién llegado a Boca. Tanto pidió el entrenador por Walter Erviti, que hasta decidió incluirlo mediante la utilización del artículo 225 en el debut, ya que arrastraba una fecha de suspensión. Sí, incluso tirándolo a la izquierda para que Riquelme fuera el conductor frente a Godoy Cruz. Pues bien, así como para el técnico él tenía que estar, su presencia terminó abriendo el debate acerca del esquema ideal para este nuevo Boca. Por lo pronto, el nuevo 11 xeneize no alcanzó a pagar con acciones el precio de su compra, por más que haya convertido el gol que ilusionó momentáneamente a casi toda la Bombonera.

El mediocampo de las estrellas terminó estrellado como todo el equipo, incluido Erviti. Las estadísticas marcarán que anotó un gol en su debut como jugador de Boca, pero lo cierto es que no colmó las expectativas, ya que no logró ser el socio de Riquelme en la creación. Es cierto que en el primer tiempo perdió con Torrico y que en la segunda parte le rompió el arco al golero tombino. Sin embargo, ni cambiando de posición con Riquelme logró tener peso en el partido. Quizá haya incidido la carga de la “presión” familiar por su llegada a Boca, según él mismo contara al concretarse el traspaso; y tal vez por eso, a la hora de festejar el gol en su primer partido con la camiseta azul y oro, Cañito, tal el apodo que le pusieron en Boedo, se tomó el escudo de la camiseta, en señal de reconocimiento a la institución. Y 21 minutos después salió del campo, reemplazado, para recibir el cálido aplauso de Falcioni. Esa fue su despedida parcial: contra Racing purgará la suspensión...

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