Historia de un pibe talentoso mimado por Borghi que festeja los goles con el Topo Gigio de Riquelme. Y por el que el Real Madrid ya tiene una prioridad.
De ese Sergio Araujo que ayer entró hecho un demonio por Lucas Viatri, de ese pibe que rompió todas las prolijas líneas de Arsenal a puro zigzagueo, de ese delantero que exhibió toda su clase en esa definición exacta ante Campestrini, en Boca se viene hablando desde hace varios años. Pero, como ocurre con los pichones de cracks, de Araujo se había hablado más de lo que se había visto. O, en otras palabras, se había hablado de todo lo bueno que había hecho por el camino de Inferiores, que lo llevó a ser figura del último juvenil Sub 17, pero que no había podido arrancar cuando el Bichi Borghi le abrió las puertas de la Primera en este torneo.
Con el ciclo de Sub 17 cumplido, con tres goles en cinco partidos en el Sudamericano y otros tres en tres en el Mundial de Nigeria (eliminado en octavos de final), Araujo (18 años) debutó en Primera en la última fecha del Clausura, ante Banfield y de la mano de Pompei, pero fue el Bichi el que decidió apostar por el juvenil. Lo llevó a la gira, le dio minutos, lo conversó… Pero no pudo acomodarlo en el fútbol grande. Acomodarlo en el juego y, sobre todo, en esa estabilidad emocional clave para el éxito en el máximo nivel. Al punto que, vencido, desmotivado, hace un mes y medio tuvo una charla mano a mano con Borghi. El Bichi, que estaba dando una entrevista en vivo para ESPN, cuando le prepusieron seguir la charla tras una pausa, declinó la propuesta: “¿Me perdonan? En el vestuario me está esperando Sergio Araujo, que vino especialmente a charlar conmigo…”, se excusó el DT. Y fue al encuentro que, según contó el pibito tras su primera alegría, le acomodaría las ideas que le faltaban ordenar.
Tras algunos partidos apáticos en Reserva, donde bajó por su nivel irregular y su escasa intensidad en el juego, contra River en el Monumental demostró que había hecho un click con el gol del triunfo. No pudo agradecérselo al Bichi en la cancha, porque al partido siguiente, en la urgencia por la lesión de Lucas Viatri, el que lo mandó a la cancha fue el nuevo técnico interino, Tito Pompei. Al menos hubo homenaje para Román Riquelme, porque como en el Monumental, festejó con un Topo Gigio.
Araujo, jugador por el que Real Madrid ya tenía asegurada una prioridad de compra, en un paquete que incluye otros juveniles de Boca, empezó a justificar todos esos elogios con los que se acostumbró a convivir desde muy chico. Ahora, por delante, le queda el empinado camino de la consolidación. Pero ya empezó a hacer quedar bien a todos aquellos que lo presentaban con tanta pompa.
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