lunes, 8 de noviembre de 2010
Hay dirigentes que lo quieren afuera antes del clásico y jugadores molestos, pero Borghi sólo se irá si él lo decide.
Ameal lo banca...
Para que se vaya después de River, que renuncie ahora”. La voz de un dirigente suena firme. Y no le escapa a los 34° de un domingo que así decidió subir todavía más la temperatura que dejó la derrota del sábado. El 0-2 vs Argentinos pone en aprietos una vez más la continuidad de Borghi, potencia el Súper del martes 16 como límite, pero en las últimas horas parece haber sumado votos para una opinión que nace desde de distintas alas de la CD: hay varios que creen que directamente el Bichi no debería dirigir en Núñez. Son esos varios que consideran que, de este modo, Boca sólo va camino a estirar la agonía de un final escrito.
No es la única razón que exponen estos dirigentes de peso. Están convencido de que si Borghi se va ahora, va a descomprimir la coyuntura en la que el equipo jugará ante River. “Por ahí con Tito Pompei (DT de Reserva) el partido se puede preparar de otra manera, sin la carga extra para los jugadores de saber que además de la presión de tener que ganar esté en juego la cabeza del técnico”, dicen. Esto, además de la cuestión de orgullo que presupone una derrota con renuncia en un partido con River. No quieren que se repita el caso Brindisi, quien en el 2004 se fue en esta misma circunstancia. Y dejó el cargo en el mismísimo Monumental.
A ese contexto de ultimátum, hay quienes suman el hecho de que Borhi ya no tiene respuesta de parte de los jugadores. Incluso esos mismos dirigentes que todavía apoyan al Bichi, no sólo le cuestionaron los cambios en el último partido (el no ingreso de Chávez y la salida de Giménez por Escudero, que desequilibró a Boca) sino que reconocen ese aspecto trascendental para la vida de un equipo. O de un DT en un equipo. “¿Si ya veo jugadores desganados con el técnico? Puede ser, puede ser...”, terminan por aceptar el quiebre.
En ese sentido, a sus dirigidos no les cayó nada bien que el entrenador, después del partido con Argentinos, no les haya dicho ni una palabra y que, en cambio, se haya quedado hablando con algunos dirigentes (y hasta con Luis Segura) cuando ellos necesitan la presencia del conductor ante otro duro golpe. Casi una imagen de descompromiso, cada vez con más gestos de un lado y del otro. Esto, claro, sin tener en cuenta que cada vez son más las voces (no públicas) de quienes no se sienten cómodos con la forma de jugar.
Borghi es consciente de que está en una situación límite. Lo dijo el sábado mismo: “En el clásico me juego todo”. En realidad, desde Lanús se sabe que su continuidad está condicionada a ese partido. Pero en este tiempo no hubo signos de marcada mejoría futbolística (más allá de los tres partidos sin perder) y hay dirigentes que ya dejaron de confiar en que el Bichi pueda revertir esta situación. Es más, hay quienes ya se arrepienten de su contratación. “Es la última vez que vamos a traer un técnico así, con un estilo de juego que no sea el del club”.
Así, entonces, Borghi sólo tiene la banca del presidente Ameal (más que nada porque no tiene plan B) y de algunos pocos dirigentes. ¿Qué hará? Todo indica que de ninguna forma se bajará antes del clásico y que se someterá a ese resultado-sentencia.
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