martes, 5 de octubre de 2010
Se queda...esperemos que recapacite...
Borghi no se va. Luego de analizarlo con su familia y el cuerpo técnico, hoy irá a la práctica. Pero sus dudas generaron cierto malestar en la dirigencia e inquietud en el plantel. Hasta River sigue. Después...
Borghi no se va. Al menos, por ahora...
El técnico había solicitado un tiempo, después de presentar su renuncia en el vestuario tras la derrota con Lanús, para analizar fríamente el pedido de los dirigentes y los jugadores, que le manifestaron su apoyo e intentaron convencerlo de que no se fuera. Después de charlar con algunos directivos, con su familia y con el cuerpo técnico, anoche fue a cenar con el presidente Jorge Amor Ameal y le comunicó que hoy, a partir de las 10, estará dirigiendo la práctica de Boca. Sigue, eso está claro. El tema, ahora, es cómo y hasta cuándo.
Desconcierto. Las dudas en cuanto a su continuidad, expresadas por él mismo públicamente, las trasladó al plantel y a una dirigencia que ayer por la tarde esperaba una respuesta del Bichi sobre su futuro. La incertidumbre se debió a su constante ida y vuelta en las declaraciones. También, a sus dos intentos de alejamiento en estas nueve fechas (la anterior fue tras la caída ante All Boys). Esa inseguridad generó que ni los jugadores supieran ayer si hoy lo verían a Borghi al frente del entrenamiento. “Nunca me pasó. Por lo general, cuando un técnico decide irse, no se arrepiente”, comentó un integrante del plantel, quien, igualmente, expresó su apoyo: “La culpa de esta mala campaña no es de Borghi sino de todos”.
Al mediodía, en una charla telefónica en el programa Estudio Fútbol, por TyC Sports, el entrenador había asegurado: “Sigo siendo el técnico de Boca”. Sonó a confirmación exclusiva. Pero con el correr de las horas, la dirigencia empezó a inquietarse. Lo que reveló por TV no se lo había comunicado a ningún integrante de la CD. Y eso provocó cierto malestar en algunos, que le cuestionan ciertas cosas pero que, como todos, saben que lo más conveniente es la continuidad del Bichi. ¿Por qué? Hay tres motivos fundamentales. Los dos primeros se los hizo ver al DT el dirigente Matías Ahumada, que está a cargo del área de marketing y que tiene una estrecha relación con su compatriota chileno Fernando Felicevich, representante del Bichi. Primero, que para la dirigencia no sería bueno que él se fuera. Le valoran su calidad como persona y su capacidad de trabajo junto con su cuerpo técnico. Segundo, que en dos fechas regresaría Juan Román Riquelme y esa presencia significaría una mejora futbolística. El tercer punto por el que quisieran retenerlo no se lo dijeron a él. Tiene que ver con la falta de un plan B que seduzca a la mayoría.
Borghi escuchó a Ahumada, la noche del domingo, como un rato antes había escuchado a Ameal y a los jugadores, con Palermo a la cabeza. También dialogó con su familia, en donde encontró el apoyo total cualquiera fuera su decisión. Ya el lunes a la mañana, aprovechó para ver los medios como él había adelantado. “A ver qué dicen”, dijo. Y se encontró con una crítica que no fue salvaje ni mucho menos y que mostró, de yapa, resultados de encuestas que le daban a favor. “Me dan un golpe bárbaro porque sin tener buenos resultados, el hincha sigue pensando que debemos estar. Me pone muy orgulloso”.
Con el okey dirigencial y del plantel, con el apoyo de la familia, con la prensa crítica pero no malintencionada y con las encuestas que le daban bien, Borghi sumó fuerzas para seguir. El peligro que acarrea su continuidad es que cada paso en falso, de ahora en más, sea sinónimo de temblor. “Si pierde el domingo con Tigre se va a hablar de su salida. El mismo, con su postura, se puso solo la soga al cuello”, graficó un directivo que también lo respalda pero que no sabe hasta cuándo seguirá el Bichi. Como dijo otro: “Si no se dan los resultados, el humor de la gente irá empeorando. Acá va a ser clave cómo llega a River y cómo sale en el clásico. Si perdemos, se va Borghi, nosotros, los jugadores...”.
Atrapado por las propias dudas en cuanto a su destino, Borghi sigue aunque debilitado. No le quedará otra que convivir con la permanente sensación de inestabilidad a su alrededor. Y con una dirigencia que, aunque mantenga el apoyo, ya lo mira de reojo...
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