lunes, 18 de octubre de 2010

La línea de tres no se negocia. A tal punto lo repitió Borghi, que ayer volvió a dejarlo claro en la cancha


En una circunstancia puntual, en un momento que el partido o la propuesta del rival podían haberle permitido la licencia de defender con cuatro. Y dejar a salvo su conciencia. Pero no. Siete minutos después de que, con el ingreso de Mariano Martínez, Huracán intentara buscar el empate con tres hombres de ataque (Roly Zárate fue el titular y Luciano Nieto, un mediapunta lanzado en ataque, ya había entrado en el inicio del segundo tiempo), Borghi hizo entrar a Monzón por Escudero. Pero aquello que podría leerse como un resguardo o una previsión defensiva, el Bichi lo leyó de otra forma. O lo cuidó de otra forma.

El automático hubiese desparramado en línea a Medel, Caruzzo, Insaurralde y Monzón. Cuatro contra tres, supremacía numérica, zona cubierta. Sin embargo, fundamentalista de su propio fundamentalismo, Borghi dejó a Monzón como carrilero por izquierda y, en cambio, hizo que Erbes se retrasara al punto de meterse entre los centrales, formando una defensa circunstancial de cuatro sin tocar, al fin de cuentas, la de tres.

Aunque Erbes ya hizo esa función en otra ocasión, Borghi volvió ayer romper la lógica. Incluso, con Monzón a la izquierda, Giménez se terminó corriendo al medio, casi de cinco, y Méndez a la derecha. Un parado extraño, sí. ¿Más asociado al capricho que a la convicción?

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