Si a Claudio Borghi le preguntaban no bien llegó cuáles eran los jugadores que más lo habían sorprendido, no dudaba en nombrarlos: “Cañete y Araujo”. Si alguien se detenía a ver las prácticas de fútbol de ayer, iba a encontrarlos a los dos jugando para el mismo equipo. ¿El titular? No. ¿El segundo? Tampoco. Los chicos recién aparecían en el tercero, el que en el segundo turno de fútbol formal enfrentó al equipo de Riquelme. ¿Qué pasó? Por empezar, que después de un comienzo que ilusionó al propio técnico, ninguno de los dos rindió de acuerdo con lo esperado. Araujo, con quien Borghi se siente identificado por talento, nunca aprovechó las oportunidades que se le presentaron, siempre entrando desde el banco.
Lo de Cañete es más llamativo, porque se fue desinflando. Asombró con su personalidad y su habilidad en los partidos de la gira (sobre todo con Palmeiras y Melbourne), pero por los porotos el rendimiento fue otro. Las lesiones no lo ayudaron al principio y, luego, terminó perdiendo el puesto a manos de un Chávez más maduro, más centrado y más sacrificado. La semana pasada estuvo a punto de jugar con Pochi como doble enganche, pero al final el técnico se inclinó por Escudero.
Para entrar, ahora, deberán mejorar...
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