martes, 6 de julio de 2010

Trabaja en triple turno, busca convencer al jugador y no le gusta dar indicaciones en plena práctica.


El comienzo de los entrenamientos es complicado. Nos reunimos en el medio de la cancha. ¡No sé para que mierda! Todos esperan que diga una genialidad y en realidad no hay mucho para decir".

Hay un momento que lamentablemente para Borghi se repite dos veces. Antes de iniciarse el turno matutino y también el vespertino. Ese en el que se juntan todos en el medio de la cancha. Y él mismo lo relata con mucha gracia y exageración. Pero más allá de la forma particular de decir sus verdades, sabe cómo relacionarse con el plantel. "Si queremos mantener un estilo, al jugador hay que convencerlo, no imponerle cosas. Soy de respetar su intimidad por eso no entro a dos lugares: las habitaciones y el vestuario. Allí son libres. Yo trabajo en base a la confianza, pero si me decepcionan no hay vuelta atrás", explica el Bichi, quien apoya su estilo en el diálogo para lograr convencimiento, pero sin enloquecer con esas indicaciones permanentes desde el costado que tanto le molestaban cuando era jugador.

No importa el frío, la humedad, la neblina ni lo rápido que se haga de noche en esta época del año, el Boca de Borghi da sus primeros pasos en Pilar en búsqueda del oxígeno que le permita sobrellevar el semestre. Y rápidamente se ve un cuerpo técnico que sabe dónde apunta, porque todo está debidamente planificado y las actividades son muy dinámicas, aprovechando al máximo cada uno de los tres turnos. "Tengo un equipo de trabajo del que soy la cabeza, pero no soy fundamental", afirma el técnico.

Por la mañana es el momento del trabajo físico. Ahí se luce Hernán Torres Muñoz, junto a su auxiliar, Marcelo Cabezas Rojas. A las 8 ya están en el country Mapuche para ejecutar tareas físicas que varía día a día y ya dejan ver una particularidad del nuevo cuerpo técnico: utiliza pecheras de distinto color para cada línea del equipo. "Si bien nuestro trabajo se hace en conjunto, yo debo preparar jugadores para que puedan ejecutar el fútbol que Claudio quiere", dice Torres, quien es el que más tiempo lleva al lado del Bichi.

Entre las 11 y las 13 llega el segundo turno que se realiza en la concentración, con rutinas de gimnasio y evaluaciones físicas. "En la pretemporada lo que más me interesa es la parte física. Porque la técnica la puedo trabajar durante el torneo, en cambio el físico es difícil. Cuando era jugador, si no vomitabas en una pretemporada algo andaba mal, no servía. Por eso nosotros planteamos un trabajo que no sea traumático, ni para el cuerpo ni para la mente", dice el DT.

Por la tarde-noche ya los recibe la cancha de Mapuche, para esa charla previa que al Bichi no le gusta, los trabajos con pelota y los ensayos en campo. Como excepción a la regla, rara vez, se lo escuchará dando una indicación. Cuando llega el momento del inicio del partido ya todo está dicho en el Mundo Borghi.

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