Para el 30 de junio del 2014 falta bastante. Si todo termina como parece, Juan Román Riquelme será jugador de Boca hasta esa fecha. El presidente Jorge Ameal ya tomó la decisión, no compartida por algunos integrantes de la Comisión Directiva, de aceptar la solicitud del 10. Así que este fin de semana se juntará con Daniel Bolotnicoff, uno de los representantes del jugador, para ofrecerle un contrato por cuatro años. Sí, a pedir de Román.
Muchas idas y vueltas hubo en esta novela de invierno. Mientras la Jabulani, las vuvuzelas y el pulpo Paul eran las figuras por allá, por acá, en el Mundo Boca, no se habló de otra cosa que de la continuidad o no de uno de los máximos ídolos de su historia. Dispuesto a renovarle, Ameal abrió el diálogo con su propuesta de “un año y medio” de contrato, colocando como fecha tope diciembre del 2011, justo el fin de su mandato. Presionado por el ala macrista de la CD, el presi optó por una medida salomónica.
Pero Riquelme no lo aceptó. Y fue ahí que empezaron los tironeos. De un lado, el optimismo sobrenatural de Ameal. Del otro, el escepticismo de Román, junto con una catarata de ofertas de clubes dispuestos a contar con sus servicios. Tras librar una batalla interna, que se cobró una víctima (el tesorero Angelici se tomará licencia al estar en desacuerdo con los números y la extensión del contrato), Ameal subió la apuesta a tres temporadas. Riquelme, con la banca de la gente, se plantó en cuatro años y “de ahí no me muevo”. La tozudez y el orgullo entraron en escena. Hasta que el presidente prefirió hacer oídos sordos a algunos de sus pares y escuchar el clamor popular. Por eso, Bolotnicoff oirá en los próximos días la palabrita mágica: “cuatro”.
La propuesta tendría un retoque: el último año sería por un importa inferior al de los tres primeros. ¿Aceptará esta vez Román? ¿Podrá decirle que no a la oferta global por un largo período? Se vienen los últimos capítulos...
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