miércoles, 15 de septiembre de 2010
La recuperación de Riquelme se vive día a día.
Ayer, después de mucho, usó los botines y le dio a la pelota.
Los conitos verdes son privilegiados de lujo. Tic, tac, para acá, para allá, Riquelme gambetea como en aquellos años de baby, como tantos nenes aprenden uno de los gestos técnicos más importantes del juego: conducción de pelota. Y si hay algo de lo que Román entiende es de conducir. Y de pelota...
Otra vez, como siempre, Riquelme se vistió de estrella. Aun lesionado, apartado, a un costado, ayer a la mañana provocó que la atención periodística se focalizara en él. Porque si Román mueve una uña (llegará algún día en que lo hará), Casa Amarilla tiembla. Así, todas las cámaras instaladas en la cancha principal del predio pasan a ubicarse en la otra punta, enfocando al 10 y sus movimientos.
La gente también es privilegiada de lujo. A través de las hendijas que deja el chapón que cubre el predio, la magia del celular permite fotografiar al ídolo. Y hasta recibir un par de autógrafos, contarle cuánto se lo extraña, mientras el hombre corre y corre.
Ayer fue el día en que Riquelme intensificó sus trabajos en la recuperación de su operación en la rodilla izquierda por una osteocondritis. Comenzó con su rutina habitual en el gimnasio y luego empezó a correr junto a Clemente Rodríguez (ver página 9) y el kinesiólogo Leo Betchakian. Al rato, se calzó los botines, luminosos, deliciosos. Continuó con el trote, casi siempre acompañado de la pelota, y varias veces le dio con el pie derecho a la bola hacia adelante. En el final, sí, apareció el ejercicio en el que realizó esos movimientos zigzagueantes, con la pelota pegadita al pie, para eludir conitos, soñando que en un par de semanas puedan ser rivales. Si la rehabilitación se mantiene como hasta ahora, sin retrocesos, es probable que el 10 pueda regresar a jugar en la 9ª fecha frente a Lanús o en la 11ª ante Huracán, para llegar con el ritmo suficiente al superclásico del domingo 7 de noviembre.
Más allá de la importancia de recuperar el contacto con la pelota, tanto los médicos como los preparados físicos consideran que es clave que Riquelme siga fortaleciendo el cuádriceps, músculo que quedó debilitado luego de la operación a la que se sometió el 18 de mayo. Por eso, hay varios días en los que Román trabaja en doble turno, con equipamiento especial para recuperarse de la mejor manera. Y si no, alcanza con recordar su sentencia: “Es la primera vez en mi vida que me voy a tomar en serio una lesión”. Borghi, y todo Boca, lo esperan...
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