miércoles, 19 de octubre de 2011
Riquelme está lesionado pero igual quiere jugar el martes con Colón.
En el club ya sufren, porque se puede romper del todo.
"Hoy no puede jugar ni un picado”. En el club son elocuentes. Pero la mirada debe posarse en la primera palabra de este texto...
Porque en Juan Román Riquelme no hay circunstancial de tiempo que valga. Y, en términos médicos, está prácticamente descartado para sumarse a la visita a Santa Fe del martes. Cualquier otro jugador ya tendría el martillo bajado. El problema es que se trata de Román. Y ayer una vez más dejó en claro por qué es distinto. En la intimidad ya comunicó que su intención es jugar frente a Colón y aguantar como pueda las ocho finales que quedan en el campeonato. Es consciente de que se puede terminar de romper en cualquier momento, pero su deseo podría más. De hecho, desde su entorno aseguran que sus ganas fueron in crescendo cuando se enteró de la grave lesión de su amigo Lucas Viatri, quien se rompió los ligamentos cruzados de la rodilla izquierda (ver página 10). Quiere ayudar al equipo y cumplir su sueño: regalarle otro título más a la gente de Boca y demostrar que aún a sus 33 años sigue vigente y en condiciones de transformarse en eje decisivo de un campeón.
Su situación está contemplada por Falcioni. El 10 sufre una fascitis plantar en el pie izquierdo, la misma lesión que, en el otro pie, en el 2009 lo dejó afuera prácticamente tres meses y que tanto lo complicó en el segundo ciclo de Basile en Boca. Es un tipo de lesión que puede generar dolor incluso sólo al pisar. ¿Riesgos actuales? Demasiados, según se desprende del contacto con los especialistas. Los médicos del club están preocupados. Sin embargo, el técnico avisó que esperará hasta último momento para tomar la decisión. Mientras, probará con el Tano Gracián y con Pochi Chávez. Recién entre viernes y sábado habrá un panorama más claro de la evolución del enganche titular. Su recuperación dependerá de cómo responda al tratamiento kinésico y de cómo continúe el proceso inflamatorio. Ayer, en el primer entrenamiento de la semana, Riquelme estuvo recluido en el consultorio vestido de joggins, buzo, medias y ojotas. Charló un ratito con el vicepresidente José Beraldi y cerca del mediodía estuvo con Ameal. El presidente fue didáctico, en diálogo con ESPN: “Román siempre es optimista, a nosotros nos interesa que se recupere bien. ¿Cómo lo noté? Cada vez que estoy con él me contagia felicidad”.
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